Los cuentos de Gaulard

La cruel moralidad de las obras ilustradas de G. Gaulard es de otra época. Siguiendo el modelo de las fábulas de La Fontaine, el autor aplica a los niños maleducados de la época algunos de los defectos morales que describe de los caballos. Perezosos, testarudos o poco dispuestos a bañarse, los cuadrúpedos recalcitrantes son severamente corregidos, a veces enviados al ejército donde su final suele ser desastroso.

De esta manera, Guilleri, un caballo alegre y demasiado turbulento para quedarse donde su amo, es vendido a un regimiento de caballería donde se castigan sus faltas. Se convertirá en un caballo valiente que termina por caer en el campo de honor tras salvar al ejército. «El sucio» Pelé, probablemente aquejado de dermatitis, le disgustaba tanto que lo cepillaran que se volvió repropio. Terminó encerrado en un cuartel: «Pero un día le sobrevinieron unos terribles cólicos tras haber comido glotonamente sin mirar lo que tragaba, como era su costumbre. A pesar de todos los cuidados que recibió, murió envenenado sobre el mismo estiércol donde había vivido, y nadie echó de menos a una criatura inútil y sucia.» El final de la mula testaruda Coco, y de los burros Cadichon, no fue mejor…

Casi nada sabemos de Gaulard, salvo que él o ella era capaz de esbozar pequeñas escenas y caballos con un trazo vivo y preciso. ¿Quizá era la esposa o la viuda de un militar? Uno se pregunta si estos cuentos son el reflejo de la vida del autor al leer sobre la burra Cadichon que logra salir adelante: ella es la única que trabaja honradamente, mientras que su marido, un hombre muy sabio, es demasiado orgulloso para asegurar lo del diario y muere en ello.

Esta serie de hermosos libros con ilustraciones a todo color era perfecta como premio escolar de fin de curso. La tapa dura de cubierta roja con baño de oro lo ha convertido hoy en uno de los favoritos de los coleccionistas de libros infantiles.

Mayor información:

Artículos caballería literatura infantil juventud