Un fondo Jean-Louis Gouraud en Deauville

Periodista, escritor, trotamundos, peregrino declarado frente al Señor después del viaje París-Moscú que hizo en 1990 “a la Turcomana”, es decir en relevo con dos caballos ( Le Pérégrin emerveillé , editorial Actes Sud, 2012, Premio Renaudot de bolsillo), Jean-Louis Gourand es una figura del paisaje cultural francés “del caballo”. Curioso, a veces un poco provocador, insaciable e infatigable, ha hecho publicar en calidad de editor, por diferentes casas editoriales sensibles al tema y a la causa (Favre, Rocher, Actes Sud, etc.), un buen número de autores y casi doscientos títulos, de los cuales unos veinte son de su puño y letra.

En la primavera 2018 publicó por su cuenta la bibliografía (“ Bibliographie Équestre” ) y supimos, de manera simultánea con este acontecimiento, que había donado su colección de libros y de documentos a la mediateca de Deauville. Dos buenas razonas para buscar más información.

Para la inauguración de la Biblioteca Mundial del Caballo, la elección quedó en nuestras manos.

¿Desde cuando es usted coleccionista?

JLG. Tal vez desde siempre…

¿Qué tipo de coleccionista es usted? ¿Oportunista? ¿Compulsivo?…

JLG. En realidad, nunca me he considerado un coleccionista. No tengo la obsesión ni la exhaustividad que puede tener un verdadero coleccionista: las obras completas de un tal, o la totalidad de las treinta ediciones y reediciones de tal otro. Tampoco soy un bibliófilo: usted sabe, como esas personas que le dan una importancia extrema a las ediciones originales, a las bellas encuadernaciones de época o a las dedicatorias…No, más bien yo soy un documentalista, es decir alguien que ha buscado toda la vida reunir un máximo de obras sobre el tema que le interesa: si usted quiere, un reflejo de periodista más que de bibliotecario.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a su fondo? ¿Cuántos libros? ¿Cuáles son los más raros? ¿Los más inesperados? ¿Los más “caros” (se entiende también afectivamente)?

JLG. Como el campo que me interesa es tan vasto, esto terminó con la sumatoria de muchos libros. No se aún cuántos exactamente…

Los empleados de la organización a la cual hice la donación están llevando a cabo el inventario. Seguramente varios miles. ¿Dos mil, tres mil?

Pronto se lo diré porque el enorme trabajo de inventario y creación de un catálogo está en proceso.

¿De qué se trata este vasto campo? De la relación del hombre con el caballo a través de la historia, a través del mundo. Eso quiere decir: las civilizaciones ecuestres en Europa por supuesto, pero también en África, en Oriente, en las Américas… El caballo en la mitología, en la religión, la política, la literatura, en las artes. Como usted ve, el límite es muy flexible y se puede extender casi hasta el infinito pues los vínculos entre el hombre y el caballo son numerosos y casi universales.

De ahí que sean evidentes mi asombro y mi consternación al ver que esos lazos se debilitan con el paso del tiempo. No solamente por el efecto de la modernización, sino también por la presión de esos nuevos movimientos “animalistas”, “animalarios” que creen hacer el bien preconizando suspender toda relación entre especies animales y la especie humana. ¡Qué locura! ¡Son capaces de causar daños irreversibles! (pero eso es otro tema).

¿Porqué la donación de su Biblioteca del “caballo” a Deauville y no a otro fondo?

JLG. Desde hace tiempo me he preguntado qué uso le darían mis descendientes a esta engorrosa biblioteca. Cabe mencionar, sin que suene a reproche, que a ninguno le interesa el tema. Entonces me enteré de que la municipalidad de Deauville tenía interés de crear una gran mediateca especializada. Excelente idea para una ciudad que tiene dos hipódromos, un centro de equitación y que organiza famosas ventas de crías. Como era de esperarse, sus colecciones estaban relacionadas principalmente con el mundo de las carreras.

Entonces me pareció que mis archivos aportarían un buen equilibrio al contenido de la futura mediateca que estaban construyendo en el antiguo convento de los Franciscanos. El Alcalde Philippe Augier y el encargado de la mediateca me dieron tal acogida que terminaron de convencerme de que ahí era donde debían estar mis libros, disponibles para consulta in situ, pero también presentes en los inventarios y repertorios de la BNF que supervisa las operaciones, como también, por supuesto, en la Biblioteca Mundial del Caballo en proceso de constitución.

¿Usted no se habría quedado con algunos?

JLG. (Sonrisa.) No, quise jugar limpio y no me quedé con ningún libro de la colección. Excepto algunos ejemplares que escribí o edité yo mismo.

Entrevista realizada por Xavier Libbrecht

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