Leyenda de la Academia de Nápoles 1/2

Originada por un error
Entre los muchos lugares comunes, los cuales salpican la narración de la historia ecuestre, en particular la de tradición italiana del Renacimiento, uno de los más tenaces y difundidos es el de la existencia de una tal Academia en Nápoles en la cual se enseñaba el arte ecuestre en el siglo XVI. Según diferentes versiones, no solo los dos maestros más famosos del Reino de Nápoles, Federico Grisone y Giovan Battista Pignatelli, enseñaron equitación en esta academia, sino que ahí también se formó (y, según algunos, incluso enseñó) el Ferrarais Cesare Fiaschi. Lo curioso es que, aunque la existencia de esta academia napolitana se da por sentada y afirmada en prácticamente todas las reconstrucciones de la historia de la equitación italiana, al menos desde el siglo XVIII hasta 2013 [1], no hay rastro de ella en ninguna fuente de la época.
En el frontispicio de su famoso tratado Ordini di cavalcare (1550) sobre el arte de entrenar al caballo para el uso de la guerra, el primero publicado en forma impresa, Grisone simplemente se refiere a sí mismo como “Gentil'Huomo Napoletano” (Gentilhombre napolitano), sin hacer ninguna mención de pertenecer a una Academia. Dado el prestigio de este tipo de instituciones en esa época, es difícil creer que la omisión de tal título pudiera deberse a una forma de modestia, lo cual era una actitud muy pasada de moda en ese periodo. Del mismo modo, ninguno de los muchos testimonios de la época, los cuales muestran a Giovan Battista Pignatelli en Roma, al servicio de los Orsini primero, luego del gran cardenal Alessandro Farnese, enseguida en Nápoles, donde se retiraría a una edad avanzada para enseñar el arte ecuestre a numerosos estudiantes -incluidos sus más ilustres alumnos franceses, Salomon de La Broue y Antoine de Pluvinel-, mencionan que haya enseñado en una academia. Por último, si consultamos la monumental Storia delle accademie d'Italia de Michele Maylander [2] -el directorio más extenso y documentado sobre el tema, el cual enumera nada menos que 2050 academias del siglo XV al XIX-, descubrimos que, de las 177 academias napolitanas mencionadas, ninguna puede vincularse de manera alguna a las figuras de Pignatelli o Grisone, ni a la enseñanza de la equitación en Nápoles en el siglo XVI.
¿Entonces, cual es el origen de esta certeza compartida por tantos autores?
Hasta ahora, mis intentos por rastrear la primera mención de esta llamada academia napolitana me han llevado a identificarla en el texto de un importante autor extranjero, nacido en la última década del siglo XVI y autor de un famoso tratado ecuestre. Se trata de William Cavendish, duque de Newcastle. Después de alistarse durante la Primera Guerra Civil Inglesa al lado de Carlos I Estuardo, el 2 de julio de 1644, después de la derrota de las tropas realistas frente a las fuerzas parlamentarias en Marston Moor, el marqués de Newcastle abandona Inglaterra para ir a Hamburgo, Alemania, acompañado por sus dos hijos y su hermano Carlos. En abril de 1645, la familia se instala en París. Luego, en 1648, Cavendish deja Francia para ir a Rotterdam con la intención de unirse al príncipe de Gales, el cual buscaba formar una flota rebelde, pero termina por establecerse en Amberes, donde permanecerá hasta la Restauración en 1660.
Aunque ya no pudo disponer de la enorme riqueza que tenía cuando estaba en Inglaterra, el marqués, el cual siempre se había interesado por la cría de caballos y la equitación, compró varios caballos españoles y bereberes y se dedicó a su entrenamiento en una escuela, la cual atrajo la atención de muchos príncipes y grandes señores de paso por los Países Bajos católicos. En esa época fue cuando escribió e hizo traducir al francés su Methode et invention nouvelle de dresser les chevaux (Método y nuevas invenciones de adiestrar los caballos), el cual fue impreso en Amberes en 1657, por Jacques van Meurs. Esta primera edición de la obra, adornada con magníficos grabados, es extremadamente rara porque se publicó en una edición bastante limitada, reducida aún más por un incendio en el depósito del librero [3].
Después de su regreso a Inglaterra, Newcastle, nombrado duque en 1665, se retiró de la vida pública y continuó dedicándose a su pasión por los caballos. En 1667, cediendo a la insistencia de sus compatriotas, publicó en Londres una edición inglesa de su obra: A new method, and extraordinary invention, to dress horses . Aunque lleva el mismo título, esta obra es muy diferente a la publicada en 1657. En la opinión To the readers (A los lectores), el propio autor explica que este nuevo texto toma en cuenta las reflexiones y experiencias acumuladas desde la publicación del primer tratado y, por lo tanto, no debe considerarse ni como una traducción ni un complemento, sino como una obra distintiva. Este nuevo libro fue traducido al francés y publicado en 1671 en Londres, por Thomas Milburn. Según el propio editor, el cual lo precisa en una breve Advertencia, esta traducción contiene muchos errores debido a que el traductor no era un hombre de caballos y el impresor no sabía francés. No sabemos quién fue el traductor, pero esas circunstancias son particularmente relevantes para nuestra investigación.
La primera gran diferencia entre la primera edición (1657) y la segunda en inglés (1667) del Tratado de Newcastle es que, en esta última, el autor comienza la primera parte del tratado con un excursus histórico titulado Of the several Authors that have Written of Horse-manship, both Italians, French and English ( Diversos autores los cuales han escrito sobre la equitación, ya sean italianos, franceses o ingleses).
La obra inicia con un homenaje (más bien exagerado) a la primacía de los maestros italianos:
This Noble Art was first begun and Invented in Italy, and all the French and other Nations went thither to learn; the seate of Horse-manship being at Naples. [4]
Enseguida enumera a los autores italianos, comenzando por Grisone y citando una serie de jinetes italianos que practicaron su arte en Inglaterra. Esta breve reseña termina con la mención del maestro italiano cuya enseñanza ha quedado inmortalizada por el reconocimiento de sus ilustres alumnos extranjeros: Giovanni Battista Pignatelli. Sobre él, Newcastle escribe:
But the most Famous man that ever was in Italy, was at Naples, a Neapolitan, call’d Signior Pignatel; but he never Writ: Monsieur La Broue Rid under him five years: Monsieur De Pluvinel nine years: And Monsieur St. Anthoine many years. The Liberty, which is the best for Bitts, at this Day, we call A La Pignatel. [5]
Hasta acá, todo va bien. Los juicios del duque son un poco agudos y, de hecho, en su libro, Pluvinel afirma haber estudiado con Pignatelli durante seis años y no nueve [6], pero el resumen de Newcastle sigue siendo bastante fiel. Sin embargo, en la traducción francesa de la obra, publicada cuatro años más tarde, hay una variante significativa:
Este noble y excelente arte se inició e inventó en Italia, donde todos los franceses, y varios de otras naciones, fueron a aprenderlo: esto se hizo en Nápoles, donde se estableció la primera Academia para montar a caballo, y Federico Grison, napolitano, fue el primero en escribir sobre ella, lo que hizo como un verdadero Caballero y como un gran maestro en un arte, el cual estaba apenas en su infancia . [7]
En la traducción francesa aparece una Academia de Nápoles, la cual no existía en la versión inglesa (presumiblemente fiel al texto del autor). Y no una academia cualquiera: ¡nada menos que la primera Academia Ecuestre! Por otra parte, dado Nápoles fue descrita por el autor como la “sede” del arte de la caballería, era fácil imaginar que fue allí donde se fundó la primera academia para enseñar. Sobre todo, en la segunda mitad del siglo XVII, una época en la cual las academias, inspiradas en los modelos italianos del siglo XVI, ya eran instituciones bastante extendidas en Europa.
La autoridad de Newcastle y la novedad de su breve excursus histórico inicial se impusieron como modelo para posteriores tratados. El hecho de que en esa época el conocimiento del francés estuviera mucho más extendido que el del inglés y que la primera edición de 1657 fuera muy rara, favoreció la amplia difusión de la traducción de su tratado de 1671. Por ejemplo, una síntesis histórica análoga a la erróneamente traducida de Newcastle se encuentra en la Escuela de caballería de François Robichon de La Guérinière, de 1733, la cual evidentemente se inspiró en su ilustre predecesor inglés. Él también, al repasar la historia de los autores que le precedieron, escribe:
El señor de la Broue vivió en el reinado de Enrique IV. Compuso una obra en folio, la cual contiene los principios de Jean-Baptiste Pignatel, su Maestro; el cual tenía una Academia en Nápoles: Esta escuela gozaba de tan grande reputación, que fue considerada la primera del mundo. Toda la nobleza de Francia y de Alemania, que deseaba perfeccionarse en la caballería, se vio obligada a ir a tomar las lecciones de este ilustre Maestro . [8]
La autoridad de La Guérinière impuso un sello de garantía adicional a la presunta historicidad de la academia napolitana, en donde Pignatelli habría enseñado, la cual fue ampliamente difundida gracias al gran éxito del libro del maestro francés. Por ejemplo, en el espléndido tratado de Manoel Carlos de Andrade, Luz da liberal e nobre arte da cavallaria (1790) – verdadero monumento del arte ecuestre portugués –, cuyo excursus histórico inicial es una traducción casi literal del de La Guérinière, se cita:
La Broue compuso un volumen en folio, que contiene las principales máximas de Giovanni Battista Pignatelli, su Maestro, y de la Academia de Nápoles. Esta escuela alcanzó tal fama en su época que, tenía la reputación de ser la mejor del mundo; tanto es así que toda la nobleza de Italia, Nápoles, Francia y Alemania se jactaba de haber tomado lecciones de tan excelente Maestro. Pluvinel fue de Francia a Nápoles, y también fue discípulo de Pignatelli, y en 1589, cuando Enrique IV el Grande, rey de Navarra, fue llamado a suceder a la corona de Francia, lo acompañó, y se convirtió en su escudero y en el Maestro de Luis XIII, el Justo. [9]
Además, después de La Guérinière, incluso los autores italianos comenzaron a citar la Academia de Nápoles y a alabar su primacía. Entonces, parece ser que, casi un siglo después de la supuesta época de su existencia, esta célebre institución es el resultado de un error de traducción transmitido de boca en boca y consagrado gracias a la autoridad de autores extranjeros. Sin embargo, queda por preguntarse qué fue lo que inspiró tal error de traducción, y para ello, es necesario aclarar lo que las academias eran originalmente y cómo se han transformado a lo largo del tiempo.
Continuará...
[1] Una primera refutación de la existencia de esta Academia de Nápoles se argumenta en Giovanni Battista Tomassini, Le opere della cavalleria. La tradizione italiana dell'arte equestre, Frascati, Cavour Libri, 2013, pp. 181-206.
[2] Michele Maylander, Storia delle Accademie d'Italia, Bologna-Trieste, Cappelli, 1926-30, 5 vols. (rist. anastatica Bologna, Forni, 1976).
[3] Gabriel-René Mennessier de La Lance, Essai de Bibliographie Hippique donner la description détail des œuvres publié ou traduction en latin et en français sur le Cheval et la Cavalerie avec de nombres biographies d'auteurs hippiques, París, Lucien Dorbon, 1915-21, Tomo II, p. 248. La primera edición fue reimpresa en Londres en 1737, por John Brindley, en papel de mucha mayor calidad. El texto y las placas son idénticos. La única diferencia es que en la portada se ha añadido una I al año de impresión, indicando así 1658. Esto explica por qué muchas bibliografías y trabajos fechan el Método en 1658 en lugar de 1657.
[4] William Cavendish, Duke of Newcastle, A new method, and extraordinary invention, to dress horses, London, printed by Tho. Milbourn, 1667, p. 1. “Este noble arte comenzó y se inventó en Italia, y todos los franceses, así como los ciudadanos de otras naciones, fueron allí para aprenderlo; Nápoles es la sede del arte de la caballería.” [Nuestra traducción]
[5] William Cavendish, Duke of Newcastle, A new method, and extraordinary invention, to dress horses, London, printed by Tho. Milbourn, 1667, p. 3. “Pero el hombre más famoso que ha existido en Italia estaba en Nápoles, un napolitano llamado Signor Pignatelli; pero nunca escribió [un libro]: el señor de La Broue estuvo bajo su dirección durante cinco años, el señor de Pluvinel durante nueve años y el señor St. Anthoine durante muchos años. La parte con libertad [de lenguaje], que es la mejor entre las bits, la llamamos Alla Pignatelli.”
[6] Antoine de Pluvinel, L'instruction du Roy en l'exercice de monter à cheval, París, M. Nivelle, 1625, p. 30.
[7] William Cavendish, Duke of Newcastle à Londres, Methode et invention nouvelle de dresser les chevaux , chez Th. Milbourn, 1671, pp. 1-2.
[8] François Robichon de La Guérinière, École de cavalerie, Paris, impr. de Jacques Collombat, 1733, pp. 60-61.
[9] Manoel Carlos de Andrade, Luz da liberal e nobre arte da cavallaria, Lisboa, na Regia Officina Typografica, 1790, p. 4.