Christophe Degueurce, directeur de l’École nationale vétérinaire d’Alfort

El Convenio con Alfort, no solo un bonito proyecto, sino también necesario

La Biblioteca Mundial del Caballo, después de la Biblioteca Nacional de Francia, del IFCE, y de la Mediateca de Deauville, cerró el ejercicio de 2019 con la firma de un convenio con la Escuela Nacional de Veterinaria de Alfort, la cual gestiona los fondos distribuidos entre las diferentes escuelas del arte de la veterinaria en Francia. El Director de la Escuela de Alfort, Christophe Degueurce, ha trabajado mucho en los inventarios, referenciación y numeración de esos fondos. Este profesor de la medicina del caballo, autor de un gran número de obras sobre este tema y sobre la evolución de la medicina veterinaria, primero estuvo a cargo del Museo Fragonard, y actualmente, a sus cincuenta y tres años, es Director de la Escuela Nacional Veterinaria de Maisons-Alfort. Aceptó con gusto responder a nuestras preguntas.

X. L. : Háblenos del convenio firmado en diciembre de 2019 entre Alfort y la Biblioteca Mundial del Caballo ….¿Cómo nació la idea? ¿Cuál es el objetivo?¿Cuál es su idea?

C.D. La asociación entre la antigua escuela veterinaria de Alfort, creada en 1766 en París, y la Biblioteca Mundial del Caballo se impone de manera natural y lógica pues la escuela cuenta con un importante patrimonio de libros raros y preciosos dedicados en gran parte, pero no exclusivamente, al caballo. Sin embargo el caballo representa la gran mayoría de las publicaciones históricas de la veterinaria por lo menos hasta los años 30.

Entonces cuando nos enteramos de la existencia de la Biblioteca Mundial del Caballo nos pareció evidente que debíamos acercarnos; el objetivo de este convenio es que la Escuela Veterinaria participe en el proceso de información y digitalización de las obras consagradas al caballo, particularmente en la parte relacionada con todas las disciplinas científicas vinculadas al caballo, a su medicina, y también la parte de la crianza.

La idea es convertirnos en el puente para el acercamiento a las otras escuelas veterinarias, más o menos como se hizo con la Biblioteca Inter-universitaria de Salud de París.

X. L. : ¿De que tipo de colección estamos hablando? ¿Quién tiene la posesión física?

C.D. : Consideramos que las escuelas veterinarias de Alfort y de Lyon tienen colecciones complementarias que dan una visión global y detallada de lo que se ha publicado, en francés, sobre el tema. Esta colección global repartida entre Lyon y Alfort ilustra la anatomía, la fisiología, la medicina, la cirugía del caballo y tiene una bella colección sobre su crianza, como lo mencioné más arriba.

X. L. : ¿En esta colección francesa, qué parte corresponde a la medicina del caballo?

C.D. : Es la mayor parte.

X. L. : ¿Cómo se distribuye? ¿Geográficamente? ¿Por temas? ¿Físicamente (Manuscritos, libros, tesis, folletos, artículos)? ¿Qué parte se encuentra digitalizada?

C.D. : Tenemos algunas decenas de importantes manuscritos antiguos, pero los que han sido digitalizados por Gallica y ya están disponibles en línea, son más que todo las tesis, folletos y publicaciones periódicas mucho más recientes.

Todo eso se indexará en la Biblioteca Mundial del Caballo.

La parte digitalizada hoy en día no es insignificante y es de gran calidad. Las grandes publicaciones periódicas están digitalizadas. Como también muchas obras de los siglos XVIII y XIX y actualmente el reto es consolidar el fondo digitalizado.

Más bien trabajamos los bordes de un duro núcleo. Por ejemplo hay que completar el fondo con las actas de las sociedades científicas de las veterinarias rurales; en Normandía, el Orne, la Mancha, en el Eure existieron importantes sociedades científicas que estimularon la competencia a través de la publicación de periódicos y revistas que aún no han sido digitalizados. Ocurre igual con las fuentes que dan testimonio del trato del caballo en las disciplinas militares, que siguen siendo escasas y bastante importantes.

X. L. : ¿Quién decidirá y estará a cargo del “suministro” a La Biblioteca Mundial del Caballo? ¿En qué orden? ¿Con qué lógica?

C. D.: Un comité presidido por la Sra. Brigitte Laude, Directora de la Biblioteca de la Escuela de Veterinaria de Alfort, acompañada por sus equipos, especialmente Virginie Willaime y yo mismo en calidad de Director de la Escuela, y como organizador de los procesos de digitalización con BiuSante y Gallica desde hace varias décadas.

X. L. : ¿Podría hacer un “esbozo” de la evolución del arte veterinario del caballo y de su difusión mediante las obras que le han dedicado a través de los siglos?
C. D. : Desde la más remota antigüedad hasta el siglo XVIII aproximadamente, el arte veterinario ha sido tan estático como la medicina humana. Hubo tres grandes revoluciones consecutivas. La primera, con un nuevo enfoque de la anatomía del caballo, tuvo lugar a mediados del siglo XVI, de manera similar a lo que ocurrió en las disciplinas médicas humanas. El Renacimiento fue un periodo en el que se racionalizaron las cosas y se publicaron grandes tratados sobre la anatomía del caballo que ilustraron su constitución. En esa época se produjo la primera ruptura con los escritos antiguos; se acabó el dogma heredado de la Antigüedad. La segunda gran etapa del siglo XVIII, fue puramente institucional, correspondió a la creación de las escuelas de veterinaria. Aunque estas instituciones no cambiaron casi nada en la medicina y la cirugía del caballo, abrieron el camino a nuevos profesionales. La tercera revolución fue técnica, química, farmacéutica y metodológica. Nos encontramos a finales del siglo XIX. La vacunación, la creación de principios activos derivados de la síntesis química, la producción industrial de nuevos materiales proyectaron la medicina veterinaria hacia una nueva dinámica.

X. L. : ¿La situación actual? ¿Las eventuales preocupaciones relacionadas con la “era digital”?

C.D. : Como el tema que nos interesa es la bibliografía, ésta es cada vez más digital y menos física, lo cual produce una gran angustia sobre “¿qué quedará de nuestra época en los tiempos que vienen?”.

Sabemos cómo conservar los volúmenes físicos. Conservar los archivos digitales es algo nuevo y no es fácil calcular el grado de duración de ese patrimonio inmaterial.

Yo pienso que la ambición de salvaguardar los datos digitales es todo un reto para la Biblioteca Mundial del Caballo.

X. L. : ¿Globalmente cuales son las rarezas, los tesoros de la Biblioteca de Alfort?

C.D.: Hay varias como el incunable Mesnagier de Paris de 1492, los tratados de edición del sigo XVI, los que llamamos hippiatrica, como las colecciones de los métodos de tratamientos que reproducían las recetas de los médicos de caballos del imperio romano de Oriente. Y luego evidentemente los grandes clásicos como Le cours d’hippiatrique de Philippe-Étienne Lafosse de 1772, los de Saunier, de Newcastle… son todos bellísimos.

X. L. : ¿Usted mismo tiene un gusto personal por los libros antiguos? ¿Sobre el caballo? ¿Es coleccionista?

C.D. : Si, me encantan los libros antiguos ; sin embargo no soy coleccionista. En mi casa tengo una biblioteca, he comprado muchos libros, pero en el aspecto material son de mala calidad. Los compro por el contenido. Me enfoco en ellos más como historiador que como coleccionista.

X. L.: ¿Y por el lado de los libros? ¿Bibliófilo o bibliómano?

C. D. : Pues claramente : bibliófilo y no bibliómano.

X. L. : En ese caso, pequeño recorrido por su biblioteca…..

C. D. : Encontrará principalmente revistas científicas, como las grandes revistas de la profesión, las grandes obras que marcaron el conocimiento y el desarrollo de la medicina veterinaria y especialmente los diccionarios del siglo XIX que son como biblias a las que aún hoy podemos recurrir.

Pero también algunas obras más antiguas que fueron un éxito de la antigua medicina de los caballos.

X. L. : ¿Usted monta a caballo? ¿Ha montado a caballo?

C.D. : Monté mucho pero ya no monto más a caballo. Tuve un caballo durante veintiocho años. Vengo del campo. El caballo se me impuso casi como un medio de locomoción. Tuve una relación inseparable hacia el caballo, no por la competición o cualquier equitación experta, sino por el placer de atravesar el bosque con él ….

X. L. : ¿Actualmente?
C. D. : No, realmente no tengo más que decir de mi relación con los caballos. Diría que eso ya está superado!

X. L. : ¿Eso explica que usted haya elegido ser veterinario?

C. D. : Sin duda alguna, pero más en general por mi amor por los animales y la naturaleza. En realidad quería ser agricultor, pero la vida me llevó por otro camino. Luego quise ser herrero, y luego veterinario….Así fue como ocurrió: por el baile de la duda.

X. L. : Háblenos de su carrera profesional. Estudios, práctica, enseñanza.

C. D. : En el liceo fui buen estudiante y la educación superior estaba a mi alcance. Me gradué en 1990 en Alfort. Trabajé fuera de la escuela durante algún tiempo y luego emprendí una carrera como profesor-investigador. Pasé por las etapas, empezando por la investigación, un DEA y luego una tesis sobre la biomecánica del caballo. En 1993, siendo profesor de anatomía, me pidieron que asumiera la dirección del Museo Fragonard. Y luego, cada año fue más exigente, emocionante, hasta que en 2017 acepté asumir la dirección de la Escuela de Veterinaria de Alfort.

X. L. : Para terminar, ¿usted cree -¡y por favor perdone mi optimismo!- que la práctica, la existencia del caballo, tendrá sentido para las futuras generaciones, en nuestras sociedades cada vez más urbanas, digitales y virtuales más allá de las bibliotecas?

¿En ese contexto, que roles pueden tener eventualmente las bibliotecas?


C. D. : Yo creo que el caballo seguirá siendo un lazo permanente y único con la naturaleza. Eso fue para mi y no hay razón para que cambie en el futuro.

El gran tema es la creciente urbanización. Las ciudades cada vez se extienden más. La distancia entre la ciudad y el lugar donde se pueden llevar a vivir los caballos -porque no creo en la idea de instalar caballos en terreno ultra urbano, especialmente en París- va a ser un freno para su práctica principalmente en la dimensión “caballo naturaleza”, la que me apasionó.

En conclusión, la Biblioteca Mundial del Caballo, un repertorio digital de la producción humana y una vasta reserva de conocimientos sobre el tema, es un proyecto atractivo pero sobre todo necesario en el que la Escuela Nacional de Veterinaria de Alfort debía participar.

 

Entrevista realizada por Xavier Libbrecht