Los potros del Sr. Séguin

Armand Séguin (1675-1835) era un personaje asombroso. Hizo fortuna como químico y desarrolló un método acelerado para curtir cueros gruesos por medio de ácido sulfúrico diluido. Con esto, le pudo garantizar a la armada revolucionaria, gran consumidora de cueros, el abastecimiento de este material para la fabricación de zapatos. Instaló su fábrica en la isla situada en Billancourt y que aún hoy en día lleva su nombre (Île Séguin). También trabajó en el descubrimiento de la morfina junto con Bernard Courtois y Charles Derosne. Tras varios reveses de fortuna y acusaciones de las que tuvo que defenderse, como la de haber curtido pieles humanas durante los peores momentos del Terror, se lanzó a la cría de caballos de carreras durante la Restauración.

El Comte d’Aure relata en la “ Utilité d’une École normale d’Équitation (París, 1845)” sus terribles aventuras como criador de caballos: “Hace 25 años, el Sr. Séguin hacía traer de Inglaterra magníficas yeguas de cría cargadas de los mejores sementales pura sangre. De tal manera que hubiera podido criar en Francia un buen número de ejemplares de gran utilidad, si tan solo los hubieran criados en condiciones adecuadas; pero desafortunadamente, apenas los potros eran destetados, los mandaban al jardín de su vivienda en la calle de Varenne, una extensión de 5 a 6 acres cubiertos de magníficos bosques, y durante el invierno, al menos veinte de estos potros pastaban allí.

La mayoría de estos pobres animales moría después de haber escarbado la tierra inútilmente y comido las cortezas de los árboles. En lugar de preocuparse por semejantes pérdidas y de darle solución al problema, el Sr. Séguin se conformaba con responder a quien le diera la noticia del fallecimiento de un potro: “peor para él, es prueba de que tenía mal carácter”. Efectivamente, los 2 o 3 que anualmente escapaban a este triste final sin duda tenían un temperamento sobrenatural, pero no demostraba de manera alguna que si hubieran sido bien mantenidos, todos hubieran logrado ser muy buenos ejemplares».

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