El encanto de las innovaciones en desuso
Si el concurso Lépine hubiera existido antes (fue creado en 1901), el lector de hoy no hubiera tenido el placer de descubrir los inventos obsoletos que florecieron en el Siglo XIX. Los inventores presentaban sus descubrimientos con la seguridad de que los folletos servían al mismo tiempo como manual de uso y como medio de promoción. Los nombres de los inventos parecen a veces hacer parte de un inventario al estilo Prévert: regulador de bocado, lente de parada, equinoflector, equinolaso, surfaix-equino, resorte domador, estribo elástico, herraje de tobillo móvil, etc.
Algunos inventos sin embargo aportaron grandes avances a la época antes de caer en desuso. Es el caso de la Anatomía Clástica del Dr. Auzoux que hizo producir piezas de anatomía en papel maché para uso de los estudiantes de medicina veterinaria. Se puede citar igualmente al oficial de caballería Basserie, quien logró hacer industrializar su sistema de drenaje de caballerizas denominadas “horizontales”. O también la esfera ecuestre desarrollada por Charles Raabe, que permitió entender la locomoción del caballo antes de la aparición de la cronofotografía de Muybridge y Marey. Este procedimiento fotográfico que reveló a todos la realidad sobre los movimientos del galope del caballo se encuentra en los orígenes del cine.
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