Desde siempre, el caballo ha sido objeto de reflexión, mucho antes de la invención de la imprenta. Los numerosos ejemplos deleitan la curiosidad de los aficionados, tanto si se interesan por las cuevas decoradas por los Magdalenienses como por las tablillas grabadas con cálamo o los escritos plasmados en pergamino o papel de fibra. Esta riqueza procede tanto de Oriente como de Occidente, y por eso vamos desde las tablillas cuneiformes de Kikkuli, el escudero del rey hitita, o fragmentos del tratado de Simón de Atenas, hasta la existencia del hipiatra indio Śālihotra citado en el Mahabharata, la poesía de los tratados persas, y la delicadeza de dibujos en tinta tintas que se remontan a la dinastía Ming.

Este gran viaje de conocimiento revela un profundo mestizaje. Estas antiguas preocupaciones parecen tan contemporáneas y nos incitan a reflexionar sobre nuestras raíces, nuestro recorrido con el caballo. Manuscritos, tesis y obras universitarias relacionadas con ellos, tratados iluminados sobre hipiatría, láminas de frenos para caballos, pero también manuscritos recientes que presentan reflexiones personales de jinetes como Henri Colbert o Étienne Beudant. La Biblioteca Mundial del Caballo continúa su inventario y su búsqueda del tesoro en todas las bibliotecas del mundo es fructífera en la imagen de este antiguo mestizaje.

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