Caballos amaestrados

¿Puede un caballo aprender a leer y a contar? ¿Puede otro recoger conscientemente un sombrero a petición de su jinete? En el siglo XVII, Delcampe dice que Mauraco y su jinete Pietro fueron quemados en una plaza pública como consecuencia de una manifestación de este tipo.

Dos siglos después, otro caballo atrajo la atención del público de una forma afortunadamente menos dramática: Hans el Listo, propiedad del excéntrico matemático alemán Wilhelm von Oslen, parecía haber desarrollado la capacidad de resolver cálculos sencillos. Para responder a la controversia sobre las verdaderas facultades de este caballo, el profesor Pfungst desarrolló protocolos experimentales para descifrar y analizar las razones de su comportamiento.

Edouard Claparède los resumió así: “ Usted sabe también que un alumno del Laboratorio de Psicología de Berlín, el Sr. Pfungst, tras largos y muy bien realizados experimentos, al menos por lo que parece, llegó a la conclusión de que las respuestas que Hans daba a todo tipo de preguntas que se le hacían no eran el resultado de una verdadera actividad intelectual, sino que eran simplemente dictadas por los movimientos que inconscientemente hacía la persona que le preguntaba.

A pesar de estos resultados, un adinerado joyero llamado Karl Krall compró a Hans y comenzó a entrenar a otros caballos, entre ellos Muhamed y Zarif, siguiendo los preceptos del matemático. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial se llevó por delante a todos estos caballos amaestrados.

En la actualidad, hay nuevos estudios que sugieren que los caballos tienen facultades cognitivas avanzadas en conceptos numéricos o capacidad de memoria. Esto es lo que intenta demostrar el laboratorio del primatólogo japonés Tetsuro Matsuzawa.

Karl Krall et Zarif
Karl Krall et Zarif

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