Las creencias del señor Tupputi
Domenico Tupputi (1763-1838) fue una de las últimas personas que creyeron en la existencia del “jumart”, híbrido quimérico menos célebre que el unicornio, producto del cruce de un toro con una yegua o con un asno. A comienzos del siglo XIX el agrónomo napolitano refugiado en Francia escribió un libro sobre agricultura (1807) en el cual sus declaraciones sobre animales fantásticos y otras afirmaciones por el estilo, fueron fuertemente criticadas por el veterinario Jean-Baptiste Huzard (padre).
Para justificarse, escribió una respuesta de cuarenta páginas en forma de Mea Culpa. Como él mismo nunca vio el “jumart”, lo único que había hecho, según él, era confiar en los escritos de Columelle que fue el primero en mencionarlo, en Garsault y su “ Parfait Maréchal” (1741) (Perfecto Mariscal), e incluso en el gran Bourgelat fundador de la primera escuela veterinaria del mundo.
Sin embargo, Bufon o Albrecht von Haller habían incluido al “jumart” en el fabuloso bestiario de un artículo de la Encyclopédie ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, des Arts et Métiers (1777). Y en el “ Traité de l’Éducation des Animaux domestiques ”(1820)(Tratado sobre la Crianza de los Animales Domésticos), Arsenne Thiébaut de Berneaud lanzó la hipótesis de que esos observadores muy crédulos probablemente habían visto “culebrillas con cabezas deformes, mulas de aspecto extraño, o tipos de bueyes de variedades únicas y extraordinarias”.
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