
La equitación de las damas versión Estados Unidos
Si en la Europa del siglo XIX ya estaba ampliamente establecido montar como amazona, ¿cuándo se estableció en los Estados Unidos? Uno de los primeros libros que aparecen sobre el tema fue escrito por una mujer de la cual hoy sabemos poco, excepto que vivía en Ohio y practicaba la equitación en horquilla y en silla de montar inglesa: Elizabeth Karr (1843? – 1925) y quien se tomó muy en serio la tarea de transcribir todos los conocimientos disponibles para sus compañeras estadounidenses: “Al presentar este volumen a las mujeres de América, la autora desea señalar que, al menos hasta donde ella sabe, es la primera obra dedicada exclusivamente a la instrucción de las mujeres caballistas que jamás haya sido escrita por una de sus compatriotas”.
Señala la dificultad que parecía reinar en algunos establecimientos para aprender la equitación como amazona: “Muchas damas sienten una marcada antipatía por todas las escuelas de equitación, debido a que en los últimos años, algunas escuelas de equitación establecidas en nuestras ciudades han sido asociadas con considerables rumores, incluso ciertas verdades, sobre el analfabetismo, la grosería, la familiaridad ofensiva y los escándalos de todo tipo; la autora está convencida de que este libro será de gran utilidad práctica para esas damas, así como para aquellas que viven en lugares donde no hay escuelas de equitación. Sin embargo, debe señalar que, en su opinión, no es justo ni correcto condenar indiscriminadamente a todas estas escuelas al ostracismo simplemente porque algunas de ellas han demostrado ser reprobables; ella aconseja a las damas del vecindario que cada vez que se establezca una escuela de equitación de buena reputación, la cual sea dirigida por un maestro reconocido, competente y cortés, con una o más damas asistentes calificadas, aprovechen esta oportunidad para convertirse rápidamente en jinetes consumadas y eficientes, siguiendo las instrucciones de este libro bajo la guía de esos maestros calificados.”
Concluye su trabajo: “A la mayoría de mis compatriotas mujeres, dotadas de su natural tacto y gracia, bastó con señalarles sus errores en la equitación; se pensó sin duda alguna que una vez se llamara la atención sobre estos, los mismos serían corregidos rápidamente y estas equitadoras, constantemente al borde del peligro debido a métodos de conducción incorrectos, dejarían de ser víctimas de la ignorancia y podrían sobresalir pronto en lo que es el más deseable y fascinante de todos los logros femeninos, montar de forma segura y elegante a caballo.”
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