Jenofonte antes que todo, por y para Mario Gennero

Mario Gennero, nació en el campo turinés «en la granja teníamos caballos de tiro y mulas» y vive aún en el suburbio turinés de Settino. A los setenta y dos años, es todavía un apasionado de la literatura y de los libros. Profesor de idiomas, habla francés, portugués y español, pero le frunce el ceño al inglés sin otra explicación más que una melancolía que habla mucho de su « clasicismo » : solo el latín y griego son imprescindibles!

Ha viajado por toda Europa como juez internacional de salto ecuestre de la FEI, por más de treinta años, y le gusta decir «En el pasado el francés era considerado el idioma oficial de la Federación Ecuestre Internacional. Ahora es aceptado, por lo cual sigo haciendo mis informes en francés».

Apasionado por los animales en general y por los gatos en particular, ya que participa periódicamente en exposiciones felinas (LOOF) con sus siameses, no podía ignorar al caballo: “ comencé a montar a los 18 años mientras estudiaba en la universidad de Turín” . Es amante de los libros en general; y de los libros sobre caballos en particular «a través de los libros sobre caballos se puede reconstruir la historia de la humanidad».

Desde Etienne Saurel …

¿Su primer libro sobre el caballo? “ No el primero… Sino el segundo: Le Cheval, Équitation et Sports Équestres de Etienne Saurel (Larousse, 1966)”. Mario Gennero había hecho el primer paso como coleccionista, como tantos otros de su generación, que años más tarde se sumergieron en la segunda obra del mismo autor, Histoire de l’Équitation (Stock 1971). El encuentro con Lucio Lami, una personalidad poco común, periodista y gran reportero, corresponsal de guerra para Il Giornale, fue un encuentro que acondicionó todo el resto. Este último que además de su trabajo era apasionado por la equitación, había fundado la revista ecuestre Lo Sperone, en la que pronto colaboró Mario Gennero.

«Lucio Lami, antiguo militar de caballería, en su cuartel Albino montó al último caballo sobreviviente de una de las últimas cargas de caballería que hicieron en Isbucensky, en agosto de 1942, los jinetes del Regimiento de Saboya contra el 812 Regimiento de Infantería de Siberia. De ahí sacó un libro: “L’ultima carica. Il Savoia Cavalleria nella campagna di Russia (1941-1942”). Así que durante años colaboré con Lo Sperone y compartí su pasión por los caballos y los libros. Él tenía una gran biblioteca y como siempre estaba muy ocupado me pedía continuamente buscarle o comprarle obras que me habría gustado tener pero que no podía pagar».

Una pasión compartida que le da a Mario Gennero la autoridad para decir “¿El caballo? Actualmente no existe otro tema o deporte en el mundo que haya producido a lo largo de los siglos tanta literatura. Italia ha hecho una gran contribución. La equitación moderna debutó en Nápoles en el siglo XVI y los Maestros de la época firmaron obras inigualables: Grisone, Pignatelli, Corte… ».

Pero, durante la amena conversación que llevábamos a cabo el 22 de octubre en Caen, cuando Mario Gennero visitó al equipo de la Biblioteca Mundial del Caballo, habiendo dicho lo anterior, se detuvo de golpe.

Un largo silencio, una profunda inspiración y sin avisar… “Pero en realidad para mi ¡Jenofonte ya lo había escrito todo! ».

Hasta Jenofonte…

Y el amable profesor de Turín saca la libreta de anotaciones que siempre lleva consigo:

« General, filósofo e historiador griego, nacido entre 430 y 425 y muerto hacia 354 antes de J.C., hijo de Gryllus y Diodora, Jenofonte es un discípulo de Sócrates. Es considerado con justa razón (y si excluimos las tablillas hititas que se encontraron mucho más tarde) como el primer escritor de literatura ecuestre.

Autor de innumerables obras históricas, políticas, filosóficas, didácticas, Jenofonte escribió dos obras que se refieren al caballo y a la caballería: L’Art équestre (en griego Péri Hippikès) y Le Commandement de la Cavalerie. Es también autor de un pequeño tratado sobre la cacería. Estos libros, clasificados entre las “obras menores”, fueron traducidos de manera independiente o en su producción literaria completa, al latín y a todos los idiomas. La primera traducción que se hizo al italiano fue publicada en Venecia en 1580; en Francia en 1613 por Pyramus de Candolle.

El texto L´Art équestre llegó a nosotros gracias a 20 manuscritos fechados entre los siglos XIII y XVI. Yo creo que actualmente Edouard Delebeque es el experto en Jenofonte más importante que existe. En su excelente traducción describe esos documentos (París, Société d´Éditions “Les Belles Lettres”, 1950 y 1978).

Jenofonte le pasó revista al mundo del caballo en su pequeño texto, con excepción de la silla, los estribos y los herrajes. Sus principios siguen siendo válidos en la actualidad.

En una conferencia el Maestro Armand Charpentier decía que las enseñanzas del Autor griego son “tan precisas, tan justas, que después de tantos siglos no tenemos nada que cambiar”. André Monteilhet escribe en Les Maîtres de l’œuvre équestre que Baucher habría podido escribir sobre la flexión del cuello en la relajación de la boca. Simplemente por esa razón yo coloco a Jenofonte antes de nuestros maestros italianos y todos los que vinieron después». Demos el crédito a Jenofonte…Gracias Señor Gennero.

Xavier Libbrecht

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