Mauro Checcoli en la silla de Federico Caprilli
En 1964, en Tokio, Mauro Checcoli con su caballo Surbean, ganó las medallas de oro en la disciplina de concurso completo, tanto en la prueba individual como por equipos. También participó en los Juegos Olímpicos de 1968 y 1984, desarrollando simultáneamente su carrera profesional como arquitecto.
De 1988 a 1996, fue presidente de la Federación Italiana de Equitación (FISE).
Sigue montando a caballo con regularidad, especialmente en Pratoni del Vivaro, en donde se celebran las competencias italianas de concurso completo más importantes, entre las cuales se encuentran los recientes campeonatos del Mundo de esta disciplina (2022). Tan apasionado como en sus inicios, ha demostrado su interés por el desarrollo de La Bibliothèque Mondiale du Cheval (La Biblioteca Mundial del Caballo) desde su lanzamiento y durante el CSIO 2025, el cual se celebra en la famosa Piazza di Siena, en el corazón de los jardines de la Villa Borghese en Roma, le permitió organizar en la sede del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI) una jornada de estudio “especial Italia” con expertos muy motivados.
En esa ocasión nos hizo descubrir la obra inédita, cuyo prefacio realizó junto con Marco di Paola, presidente de la FISE, la cual le apasiona y resume toda su experiencia y pensamiento ecuestre: Federico Caprilli e la tradizione dell 'equitazione italiana, escudero, el cual deja entrever a todo lo largo de la entrevista que nos concedió.
X.L. - Ganar dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos (Tokio 1964) a los veintiún años, algo que nadie había conseguido a una edad tan temprana, ni siquiera el superdotado Mark Todd (doble medallista de oro en Los Ángeles y Seúl). ¿Qué recuerdos guarda de aquella hazaña?
M.C. - ¿Qué pienso hoy de eso? ¿No soñé con haber sido campeón olímpico? Cuando lo pienso, fue hace más de sesenta años: ¡sin periodistas italianos, casi sin televisión! Solo mi memoria, algunos artículos de periódicos, algunas fotos.
X.L. - Pensándolo bien, ¿qué factor fue el más determinante?
M.C. - Por supuesto varios factores, pero sobre todo el apoyo y la enseñanza del marqués Fabio Mangilli, un gran “Maestro” ecuestre italiano, que había supervisado el entrenamiento de los jinetes, seleccionado al equipo y comprado los caballos, los cuales eran jóvenes purasangre irlandeses de muy buena calidad. Todos sentíamos una gran pasión por los caballos y habíamos tenido un entrenamiento continuo de más de dos años bajo las órdenes y el control de Fabio Mangilli, quien exigía una gran disciplina. En resumen, estábamos preparados para esta competencia olímpica. Teníamos mucho entusiasmo y quizá también un poco de suerte.
X.L. - ¿La calidad de su caballo? ¿Quién era? ¿Su carácter? ¿Sus aptitudes? ¿Anécdotas?
M.C. - Surbean (no debe confundirse con Sunbeam, montado por d'Inzeo Nota del Autor), era un purasangre gris, nacido en Irlanda. Tenía una fuerte personalidad la cual planteaba serios problemas al jinete. Conmigo, ganó confianza rápidamente pues desde el principio, cuando era posible, lo dejaba galopar libremente cuando él lo pedía. Le acompañaba en sus acciones tanto como podía, tratando de evitar conflictos.
Muy buen saltador, tanto en salto de obstáculos como en cross, muy respetuoso, nunca tocaba las barras, saltando muy alto. Era necesario tratarlo con amabilidad y suavidad. Era un caballo distinguido, elegante, enérgico, y también bastante bueno en adiestramiento.
Al llegar a Italia, las primeras semanas de su amanse fueron difíciles. Era casi salvaje y para nosotros era un verdadero reto, nada fácil de superar. Me lo confiaron a lo largo del entrenamiento. Sin duda, me había ganado su confianza y había convencido a nuestro entrenador de que yo era el jinete que él necesitaba. Creo que formábamos una pareja muy bien combinada. Única. La prueba está en el resultado de los Juegos de Tokio.
X.L. - ¿Su adiestramiento? ¿Su entrenamiento?
M.C. - ¡Paciencia, paciencia y más paciencia! Y el ojo y el formidable talento de Fabio Mangilli como entrenador. Resultado: Surbean tuvo una recuperación bastante buena en adiestramiento y naturalmente fue el caballo más rápido al final de la prueba de fondo, tanto en steeple como en cross. Finalmente, en la prueba de salto de obstáculos, muy difícil según recuerdo, completó un recorrido sin faltas lo que frustró las esperanzas de muchos competidores.
X.L. - ¿Su talento?
M.C. – Bueno, yo era un atleta sólido, había practicado atletismo y baloncesto; también creo que estaba dotado de cierto coraje y sobre todo de un gran amor por este formidable caballo. Además, tenía esa gran paciencia que he mencionado antes; era muy tranquilo y, según decían, tenía una muy buena postura en la silla gracias a mis sucesivos profesores de equitación, todos ellos procedentes de Pinerolo y de la Escuela de Caballería Italiana.
X.L. - ¿Su carácter?
M.C. - ¡Paciente! Sí, creo que tranquilo y ... racional.
X.L. - ¿Su formación ecuestre? ¿Sus profesores?
M.C. - Como he dicho, sobre todo el marqués Mangilli, quien me dio las bases y las certezas más sólidas. Antes que él, excelentes jinetes me habían dado valiosos consejos y preceptos: Vittorio Zecchini, también alumno de Mangilli; el general Lequio, medalla de oro olímpica en salto de obstáculos en Amberes.
X.L. - ¿La calidad de la enseñanza ha cambiado sesenta años después? ¿Cómo? ¿Por qué, en su opinión?
M.C. - Sí, la eliminación de los Regimientos de Caballería y de la Escuela de Pinerolo fueron dramáticamente decisivos en el proceso de transmisión de lo que se denominaba con admiración “la equitación italiana”, representada por los hermanos Raimundo y Pierro d'Inzeo hasta su salida de la escena internacional. Nada ha llenado ese vacío.
X.L. - ¿A su edad y en su época ya leía tratados de equitación?
M.C. - En mi época, en los años cincuenta y sesenta, había muy pocos libros sobre equitación disponibles en las librerías, especialmente en italiano. Más tarde descubrí la existencia de los libros de los grandes jinetes y escritores franceses del siglo XIX.
X.L. - ¿Cuáles le marcaron?
M.C. - Sobre todo los escritos del general L'Hotte, contemporáneo de Federico Caprilli. Y, por supuesto, las obras del propio Caprilli y del coronel Alvisi, el cual estableció la conexión entre la equitación francesa y la italiana.
X.L. - ¿Por qué cree que los jinetes italianos del siglo XVI fueron de los primeros europeos en transmitir sus conocimientos por escrito?
M.C. - Porque (gracias al descubrimiento de la imprenta, un siglo antes) durante ese siglo en particular fueron los primeros en desarrollar y plasmar en libros los conocimientos ecuestres en el contexto de una explosión de todas las culturas: pintura, arquitectura, escultura, poesía, música, ciencias, etc.
X.L. - ¿Cómo influyeron en la cultura ecuestre europea?
M.C. – El adiestramiento moderno desciende directamente de estos maestros italianos (Russio, Pignatelli, Fiaschi, Grisone, Ferraro, Corte, Caracciolo, Pavari), quienes crearon una escuela en toda Europa, empezando por Francia, gracias a la fama de la enseñanza que impartían y que sus obras les conferían.
X.L. - Más recientemente, y más concretamente en la disciplina de salto, fue otro jinete, Federico Caprilli, quien se convirtió en precursor. ¿Por qué él suscita tanta admiración?
M.C. - Simplemente porque Caprilli fue un genio revolucionario al crear un sistema basado en un profundo conocimiento de la etología del caballo. Como consecuencia, sus caballos y sus alumnos eran los más rápidos en todo tipo de recorridos, puesto que sus caballos gozaban de mejor salud y su adiestramiento resultaba más fácil. A partir de entonces, en todo el mundo, empezando por sus alumnos de la Escuela de Pinerolo, los jinetes siguieron el concepto de Caprilli, caracterizado por una monta “hacia adelante”, y fueron mejores que aquellos que no evolucionaron lo suficientemente rápido. La revolución fue fulgurante.
X.L. - ¿Son realmente útiles esos escritos, manuales y tratados sobre equitación? ¿De qué manera puede contribuir la experiencia de los “grandes maestros” a la formación de un jinete?
M.C. - Son indispensables para proporcionar la base cultural y técnica a todos los aficionados y, sobre todo, a los profesionales (competidores y entrenadores) que deseen conocer los fundamentos de la equitación, válidos en todas las circunstancias.
X.L. - Usted fue presidente de la Federación Italiana de Deportes Ecuestres. ¿Qué conclusiones sacó al respecto? ¿Cuáles fueron sus iniciativas?
M.C. - Hace más de 30 años, a través de la FISE intenté recuperar la cultura y la tradición, en definitiva, el patrimonio ecuestre de Pinerolo que el gobierno de la época tristemente había interrumpido. Durante mi mandato, la Federación organizó cursos de formación y promulgó reglamentos para mejorar la calidad de la enseñanza impartida en los clubes italianos. Los cursos fueron impartidos por profesores de Pinerolo y se organizaron competencias de alto nivel para animar este relanzamiento. Todo eso fue olvidado y abandonado después de mí. Solo en los últimos años, la Federación Ecuestre Italiana ha abierto nuevas instalaciones en Pratoni del Vivaro (cerca de Roma, Nota del Autor) con formaciones continuas para profesores de equitación. Yo mismo soy el responsable técnico de esta recuperación y ahora hay que esperar unos años para asegurarse que la formación de esos jóvenes profesionales da los resultados esperados.
X.L. - ¿Y hoy en día? ¿Qué se podría hacer para transmitirle ese saber, esos conocimientos a los jinetes?
M.C. - Debemos continuar basándonos en el legado, la suma de conocimientos y experiencias de Pinerolo y Saumur. Los jinetes más destacados del mundo, a ambos lados del Atlántico, siguen los preceptos derivados de la cultura técnica franco-italiana.
X.L. - Háblenos de su biblioteca personal. ¿Cuáles son sus obras favoritas? ¿Fetiches?
M.C. - Mis libros preferidos son una mezcla de autores procedentes de Pinerolo, como Alvisi, Santini, Mangilli , y numerosos autores franceses como L'Hotte, Benoist-Gironière, el général Pierre Durand o, más recientemente, Michel Robert. También me refiero al holandés Paalman, al alemán Klimke, al ruso Rodzanko y a muchos otros estadounidenses cuyas obras se inspiran en las de Caprilli.
X.L. - Usted ha apoyado La Bibliothèque Mondiale du Cheval desde su lanzamiento, en particular organizando, en 2022 en Roma, un coloquio con el CONI y la FISE. ¿Qué comentarios o sugerencias podría hacer para mejorar su desarrollo?
M.C. - La Biblioteca Mundial se ha convertido en una institución única e indispensable. Los mejores profesionales (jinetes y entrenadores) no necesariamente son escritores. Son actores en la silla de montar y en el escenario, y no siempre tienen el tiempo necesario para dedicarse a una formación como la que recibieron sus predecesores del siglo XIX. Todos los días actúan de forma concreta. Afortunadamente, las cosas se hacen bien. Los jinetes más exitosos también son los que respetan el bienestar del caballo, considerado por el gran público como el principal “protagonista” de nuestro particular deporte. Los demás, aquellos que ignoran esta hermosa naturaleza del caballo y no se preocupan por ella, no obtienen el mismo “compromiso”, la misma “participación” de su montura en su búsqueda del rendimiento.
Este concepto fundamental ya fue establecido a finales del siglo XIX, al mismo tiempo por el general L'Hotte y el capitán Caprilli. Estas dos eminencias dieron prioridad absoluta a la “naturaleza” del caballo y al respeto por él.
Entrevista realizada por Xavier Libbrecht.




