“Saumur”, ¿llave de entrada a un fondo común?
Saumur, ¿capital del caballo? ¿Capital de la equitación y de las artes ecuestres? ¿Capital del conocimiento en ese campo -el caballo-, al menos el conocimiento francés? ¿Saumur es una y única vitrina de este conocimiento, en la cual el investigador y el apasionado pueden aprovechar la fuente de libros y colecciones, compilados, indexados, referenciados...? Por qué no.
Esta idea se nos cruzó por la mente durante una reunión del Comité de Cultura, Patrimonio y UNESCO organizada por el Instituto Francés del Caballo y la Equitación (IFCE), el cual está trabajando, entre otras cosas, para poner en valor la equitación tradicional francesa (Saumur) con el fin de inscribirla en la lista de patrimonio inmaterial de la UNESCO.
Una misión, un requisito, ¡que se dé a conocer!
Saumur es rico en libros, documentos, correspondencias que provienen de colecciones privadas, donaciones de familias de jinetes, escuderos y otras personalidades del mundo del caballo las cuales han marcado sus respectivas épocas.
Estas piezas -aquellas que son públicas- se encuentran distribuidas en tres sitios. Primo, porque es el más importante, el del IFCE, luego, en los sitos de los museos de Saumur: el museo del Château de Saumur (Castillo del Saumur) y el de la École de cavalerie (Escuela de Caballería) (EC), antigua Escuela de aplicación del arma de caballería blindada (EAABC).
Un primer enfoque es tratar de situarlos en el tiempo y luego seguir su evolución. Según Honorine Tellier, responsable de la biblioteca del IFCE la cual reúne la principal colección referenciada en Saumur y, por extensión, las del Haras du Pin y el Haras de Uzès, la primera colección procede de la antigua biblioteca de los escuderos del Cadre Noir, la cual reposaba en la Escuela de Caballería, que pasó de caballos a vehículos blindados después de la Segunda Guerra Mundial. Esto nos remite a 1771 en Saumur, donde fueron los inicios de esta Escuela de Caballería, y luego hasta nuestros días, después de una interrupción de 1788 a 1814. Es decir, gran parte de los libros y documentos que hoy en día se encuentran en Terrefort, estaban guardados en las estanterías de las tres vitrinas de la oficina situada frente a la del Escudero en Jefe del Cadre Noir, la cual estaba ubicada en ese entonces en la Escuela de Caballería de la explanada del Chardonnet, a orillas del Loira. Honorine Tellier explica que “La selección fue hecha por el colonel de Saint-André cuando era Escudero en Jefe (1964-1972). Ésta respondía a una solicitud incluida en el decreto de creación de la ENE (École nationale d´équitation sic) en 1972. Comenzó en una sala cualquiera antes de tener un espacio diseñado especialmente, a finales de la década de 1990”. El trabajo lo inició Madame Bouchet, esposa del teniente coronel Alain Bouchet, jefe de escudería (1974-1975), quien murió trágicamente en un accidente de tráfico el 15 de julio de 1975, luego Patrice Franchet d'Espèrey, asumió el cargo durante veintitrés años (de 1989 a julio de 2013), asistido por Katia Boutin y Brigitte Dupont, sucesivamente.
Patrice Franchet d'Espèrey, un cuarto de siglo de pasión compartida.
El escudero, discípulo de René Bacharah, baucherista por excelencia, actualmente autor de obras que son referenciales, como La main du maître, une réflexion sur l´héritage équestre, (La mano del maestro, una reflexión sobre el patrimonio ecuestre), también podría escribir un libro sobre lo que debe entenderse como la evolución permanente de una biblioteca, por el patrimonio y la difusión del conocimiento entre otra cantidad de situaciones y proyectos por gestionar, la cual dependía del interés de los sucesivos directores de la ENE entre ellos: Jean-Luc Lhemanne (1989-1994), Christian Cambo (1994-1999), Hubert Comis (2000-2005), Jacques Thiolat (2005-2008) y Robert d'Artois, quien fue el último “jefe” de Patrice Franchet d'Espèrey. Se puede decir que el “trabajo” estaba hecho a la medida del Escudero, quien combinaba de esta manera el arte (ecuestre) y la pasión por su resplandor: “Al comienzo fue un trabajo a medio tiempo, lo cual fue solicitado por el Escudero en Jefe Christian Carde a Jean Luc Lehmanne. Repartía mi tiempo entre el trabajo de caballos de refugo en la alta escuela y el de desarrollo de la clasificación sobre la base del manual de equitación de la Federación Francesa de Deportes Ecuestres imaginada por el comandante Henry Blacque-Belair (1909-1913)... Era un difícil programa de clasificación, sin embargo, impregnado de cierta lógica, pero tuve que nadar para adaptarlo”. Entonces Madame Bouchet volvió al trabajo. “Emitíamos tres tarjetas por cada libro, dependiendo de si pertenecía al Museo de la Caballería, al del Castillo o al ENE. Luego tomábamos las reseñas de los libros que teníamos almacenados, a las cuales se sumaron las publicaciones periódicas cuyas colecciones completamos, con la excepción, creo, del Sport Universel Illustré. A esto se añadieron las donaciones, compras del ejército en subastas públicas como la del general L'Hotte, correspondencia, documentos diversos, incluso cintas de vídeo... Inicialmente, trabajé con Katia Boutin, quien nos dejó cuando Hubert Comis la reclutó como asistente. Brigitte Dupont, quien tomó el relevo, fue extremadamente meticulosa. No dejó nada tras de sí. Rápidamente, ella se volvió autónoma, lo cual me permitió tener otras actividades colaterales, como por ejemplo la organización de una docena de coloquios. Escribía las tarjetas de lectura por la mañana y ella las entraba en la base de datos. Cuando me fui, se habían indexado 24.000 artículos y llevábamos bastante tiempo instalados en el nuevo emplazamiento de la Biblioteca, ubicado en el edificio administrativo construido bajo la dirección de Hubert Comis, con quien trabajé mejor a principios de la década del 2000, probablemente. Nos recompensaron con una verdadera biblioteca, con sus estanterías en madera, su galería, sus escaleras de tijera. Bajo su liderazgo también hicimos importantes adquisiciones. Recuerdo: 24.000 euros por los libros que pertenecieron al general L'Hotte, adquiridos en la venta pública de su biblioteca de Nancy, 5.500 euros por la correspondencia de Baucher...”
¡Entonces llegó el momento de digitalizar toda esa masa de documentos!
Informatización, digitalización... El IFCE sigue trabajando.
Detrás de la fórmula resumida —o tal vez enigmática— de Honorine Tellier “la informatización de la colección fue otro gran proyecto” se esconde una verdadera aventura que La Biblioteca Mundial del Caballo ya había evocado en una entrevista anterior con Patrice Franchet d'Espérey (marzo de 2019): “Nueva etapa en 2010: un estudiante del campus universitario vino a la biblioteca y me preguntó cómo podía consultar el catálogo en Internet; lo cual no era posible en ese momento. Ese estudiante era François-Xavier Bigo. En el marco de una pasantía que debía hacer para obtener su licencia profesional en “gestión y comercialización de la equitación”, se ofreció a crear un sitio web. Por lo tanto, ese sitio se construyó sin financiación y solo costó el monto de una remuneración legal. ¿Quién da más al IFCE?
Ese sitio se enriqueció rápidamente con objetos de los museos de la Base Joconde, etc., etc. Luego, se llevó a cabo una campaña de digitalización en dos etapas, a partir de las cuatro colecciones ya mencionadas. En 2011, la sociedad Archives du Nord (Archivos del norte) pudo escoger 120 libros antiguos, gracias a una subvención del Ministerio de Cultura que pasó por el ayuntamiento de Saumur porque solo era elegible el castillo-museo de Saumur.
El año siguiente, fue una colaboración con la Biblioteca Nacional de Francia para documentos que datan de 1810 a 1935. Se digitalizaron 199.577 páginas correspondientes a 66 documentos de los haras nacionales, 361 de la Escuela Nacional de Equitación, 586 de la Escuela de Caballería y 130 del Castillo-Museo, para un total de 1.143 documentos entre los que se encuentran el Journal des Haras y el Sport universel illustré. Al mismo tiempo, François-Xavier Bigo, quien se encargó de elaborar las fichas técnicas con un equipo de pasantes, creó un portal de libros digitalizados donde se podían consultar 1.714 documentos”.
Obviamente, ¡estamos mucho más allá de eso! Y es evidente que, en este campo, el IFCE va unos pasos por delante de las colecciones que él gestiona con respecto a las de los Museos de la Escuela de Caballería o del Castillo, a los cuales, como hemos visto, les ha “echado una mano”.
¿A dónde fue a parar la colección de la Escuela de Caballería?
Parece que la Escuela de Caballería es la menos preocupada por lo que le queda de su colección, que sin duda es más de lo que merece. Según algunos expertos que han tenido acceso a ella, contiene algunas bellas piezas. ¿A qué se debe entonces este aparente desinterés? Según Pierre Henri Delorge, conservador de los Museos Militares de Saumur (EMS / CFA / MUSÉES), encargado de la colección, “ya no disponemos de los medios para gestionar esta colección”. ¿Por qué? “Por falta de fondos específicos”. En época de restricciones presupuestarias, ¡los bibliotecarios son los primeros en ser eliminados de la lista de personal! No tuvo sucesor la última persona que lo hizo (cuyo nombre no pudimos obtener, ni tampoco las respuestas a nuestro cuestionario, el cual nos dijeron que había sido transferido al Ministerio de las Fuerzas Armadas, nota del autor). Y, según nuestras informaciones, el interés mostrado por el general Emmanuel Charpy, nombrado para dirigir la Escuela de Caballería por un mandato de tres años el 1 de agosto de 2021, ¡por el momento, no ha hecho nada para cambiar esta situación! Pierre Henri Delorge se desenvuelve delante de cajas de libros ¡que no están desembalados! “Están amontonados en los pasillos. Me entristece aún más porque creo que tenemos, si no tesoros, sí obras útiles para el conocimiento. Intento responder lo mejor que puedo a las peticiones ocasionales, pero eso requiere tiempo y organización”. Lo entendimos, en este caso, no se trata de plantear la cuestión de la informatización o la digitalización... Para eso hay que volver al IFCE.
Lo mismo ocurre con la colección del castillo, para la cual la respuesta de Nathalie Halgand tiene el mérito de ser precisa: “¿El inventario de la colección? Sí, está hecho”. ¿Cómo está organizado? “Es un archivo mecanografiado transferido a Excel. Las obras están clasificadas y numeradas según su tamaño”. ¿Cómo se puede acceder a ella? “Sobre todo físicamente”. Aun así: “La accesibilidad sigue siendo un problema porque la biblioteca se encuentra en la 2ª planta del castillo y no hay ascensor ni escalera de caracol”.
¿En línea? ¿Volvemos sobre ello? “En 2011 se inició un proceso de digitalización de la colección por parte del centro de documentación de la ENE. Muchos libros han sido enviados a la BnF con este propósito, 173 han sido digitalizados y se puede acceder a ellos en Gallica”. ¿Y desde entonces? ¿El Castillo todavía tiene algunas ambiciones para la colección, la biblioteca que administra el equipo dirigido por Estelle Géraud y “gestiona de la misma manera que las colecciones del Château-Musée”?
Seguramente. Y elaboró una lista de tareas por cumplir: “Revisar la clasificación con una catalogación más precisa: primero, integrar las revistas modernas y recientes, luego reanudar la digitalización o, si la obra ya está digitalizada porque se encuentra en otra biblioteca, especificar que también se conserva un ejemplar en Saumur. Esto permitiría una mejor visibilidad de nuestro fondo. Por último, considerar la posibilidad de digitalizar la colección iconográfica”. Lo mismo ocurre con el ENE. “Continuar digitalizando las obras que son del dominio público y realizar operaciones de puesta en valor de la colección. Volver a hacer un plan de clasificación y reorganizar físicamente los documentos. Clasificar e indexar el fondo iconográfico. Continuar mejorando las condiciones para la conservación de los documentos más antiguos y frágiles”.
El Museo del Castillo de Saumur y una colección iconográfica de envidiable riqueza
Globalmente, el Castillo posee y maneja una colección de renombre de casi 6.000 piezas catalogadas bajo la etiqueta “Musée de France” (Museo de Francia), la cual abarca desde las artes decorativas hasta las bellas artes, la etnología, la arqueología y las ciencias naturales y exhibe en particular colecciones de cerámica (una de las colecciones de porcelana más bellas de Francia) y tapices (del siglo XV al XVIII, la mayoría de ellos clasificados como “Monumentos Históricos”). El caballo ha encontrado un buen puesto en el Museo de Saumur desde que se creó en 1912, su enjaezamiento a través de piezas antiguas, pero sobre todo grabados y obras que van desde el arte veterinario hasta las carreras, pasando por todas las facetas del tema relacionado con él (en algunas cifras, 1.260 libros y 3.000 piezas de artes gráficas, estampas, grabados, etc.). Nathalie Halgand, quien trabaja junto a Estelle Géraud, conservadora del Museo del Castillo, evoca “el trabajo de los sucesivos conservadores del Museo del Caballo cuando era asociativo. Los veterinarios de la Escuela de Caballería también trabajaron para aumentar la colección donando algunas de sus obras, al igual que varios coleccionistas privados como el Sr. Duvernoy, el Sr. Fichet (1950) o el criador de purasangres Jean Stern (Presidente de la Sociedad del Museo del Caballo) quien legó muchas obras sobre la crianza y las carreras. También tenemos una rica colección iconográfica con grabados de obras que han sido recortadas”. ¡Lástima, concluiremos sobre esta precisión!
¿El Museo del Castillo sigue enriqueciendo la colección? ¿Cómo?“No de forma dinámica, pero aceptamos donaciones cuando son relevantes para enriquecer el fondo”.
Sobre este aspecto, hoy como ayer, la ENE parece ser más proactiva. “Cada año compramos alrededor de 200 documentos: libros recientes (librerías y editoriales), documentos antiguos (subastas, artículos de segunda mano), también recibimos donaciones de particulares. Por ejemplo, hace poco, los descendientes de Jean-Baptiste Cordier, considerado el primer Escudero en Jefe (1825-1833), nos dieron antigüos papeles sobre su carrera militar y una obra de medicina del caballo que le perteneció”.
¡Saumur! ¡Saumur! ¿No es ese el denominador común el cual hay que aprovechar?
En la categoría de libros raros, el Museo del Castillo de Saumur puede presumir de poseer ejemplares de las obras de Lorenzo Rusio y Federico Grisone (siglo XVI). ¿Y en cuanto a piezas inesperadas? “Obras en idiomas extranjeros (italiano, inglés, alemán, ruso). Un gran número de grabados de carruajes donados por Maurice Bixio; folletos del siglo XIX sobre los cocheros de París; folletos humorísticos y caricaturescos”.
A la misma pregunta, nos respondió Honorine Tellier, responsable del fondo del IFCE, ayudada en estos días puntualmente, por Déborah Dupas, encargada de la indexación, el seguimiento de los pedidos y los préstamos: “Le Salomon de La Broue, la primera versión de la Cavalerice François de 1593. Le gran album (60 x 70 cm) sobre la Escuela de Caballería de Saumur con ilustraciones a color de Tom Drake y Albert Adam (siglo XIX). Álbumes de recuerdo de antiguos alumnos de la Escuela de Caballería, algunos de los cuales contienen caricaturas y cancioncillas. Un catálogo razonado sobre arneses japoneses... ¡en japonés!”
Esperando poder descubrir algún día las incógnitas del Museo de la Caballería - ¡quién sabe! - ¿Los comentarios realizados a lo largo de este artículo no son el principio de una complementariedad más eficaz entre los sitios? ¿Un catálogo, una vitrina común de las bibliotecas de Saumur? La pregunta es: ¿De qué manera?
Nathalie Halgand está de acuerdo: “El portal documental www.mediatheque.ifce.fr existe, pero parece necesario un rediseño porque contiene una cantidad de errores en cuanto a las costas y el lugar de conservación”. Y sugiere: “Por qué no destacar una referencia “Saumur” en el sitio web de la Biblioteca Mundial del Caballo”.
¡Saumur! ¡Saumur, capital del caballo! La llave de entrada natural, el denominador común de las tres bibliotecas, como lo imaginamos, seamos escudero, investigador, profesor, instructor, alumno, jinete... Seamos francés o extranjero... Estemos buscando documentos recientes sobre caballos, la última primicia sobre asuntos ecuestres, pero también grandes clásicos, libros excepcionales o difíciles de encontrar. ¡Saumur, si! Como un sésamo.
Entrevista realizada por Xavier Libbrecht