Giovanni Battista Tomassini y el caballo, una “obsesión”.
“Hace unos treinta años, durante un viaje a Inglaterra, compré un libro en una librería de Charing Cross Road el cual cambió mi vida en muchos sentidos: Dressage de Sylvia Loch”. El hombre italiano – como lo habría adivinado - que se expresa de esta manera, es redactor en jefe de la redacción de cultura y entretenimiento del Tg3, el diario nacional del tercer canal de la Rai, entre otras actividades.
Pero, sobre todo, Giovanni Battista Tomassini, “obsesionado” desde su más tierna infancia con los caballos, como él mismo confiesa, se apasionó entonces por su historia compartida con el hombre desde el Renacimiento. En 2013, de sus investigaciones salió Le opere della cavalleria. La tradizione italiana dell'arte equestre durante il Rinascimento e nei secoli successivi (Cavour Libri, 2013), un libro que recorre la historia de la equitación italiana, a través del estudio de libros consagrados al arte ecuestre. El estudio se centra principalmente en los tratados del Renacimiento, pero abarca toda la producción de los autores italianos, hasta Caprilli, es decir, hasta principios del siglo XX. El libro también ha sido traducido al inglés y publicado en América por Xenophon Press, bajo el título The Italian Tradition of Equestrian Art (2014), con los prólogos de Arthur Kottas-Heldenberg (ex-Obereiter de la Escuela Española de Equitación de Viena) y João Pedro Rodrigues (actual director de la Escola portuguesa de arte equestre). Este trabajo continuó con la animación de un blog en italiano e inglés, dedicado a la historia, la cultura y las tradiciones de la equitación clásica.
El pasado mes de diciembre, durante el coloquio de la La Biblioteca Mundial del Caballo, moderado por Frédéric Magnin, autor de Le traité inédit du Sieur de Lugny (1597) Une école d'équestre à l'fin de la Renaissance, Giovanni Batista pasó de esos trabajos a una primera contribución en Caen, dando apenas algunas pistas, desarrolló un notable aporte sobre “L´allegresse du cheval” de Giovanni de Gamboa, contemporáneo de Lugny y discípulo de Pignatelli, impreso en Palermo en 1606. Una presentación que atestiguó la continuidad y las interacciones entre las tradiciones ecuestres francesas e italianas.
Esto significa que nuestro amante del caballo ibérico y de la equitación española ya se anunciaba como moderador imprescindible del coloquio que La Biblioteca Mundial del Caballo realizará el próximo 19 de septiembre en Roma, simultáneamente con París, de la mano del CONI (Comité Olímpico Nacional Italiano) y la FISE (Federación Italiana de Deportes Ecuestres). Será un “galope” que recorrerá la evolución de la equitación desde el Renacimiento, en una continuación lógica y cronológica del simposio celebrado en París, en 2019, sobre Jenofonte, un viaje con los escuderos-escritores italianos del siglo XVI (Grisone, Ferraro, Pignatelli, Fiaschi...). Una visión general para “sentar las bases” del coloquio, para permitir a los internautas que no son especialistas comprender el papel y la importancia de la influencia italiana en la época y en los siglos siguientes; una presentación simultáneamente histórica, geográfica, social...
¿A qué se debe este auge? ¿De qué manera? Su influencia en la continuidad del desarrollo de la equitación académica en Europa.
X.L.: Usted es periodista en la Rai, ¿puede hablarnos de su trayectoria y de sus funciones hoy en día?
G.B.T.: Soy el redactor en jefe de la redacción de cultura y entretenimiento del Tg3, el diario nacional del tercer canal de la Rai, la radio y televisión pública italiana. Coordino el trabajo de ocho periodistas y tres asistentes que se ocupan de la información cultural, para este informativo televisivo y para dos columnas semanales: Tg3 - Fuorilinea, sobre cultura y espectáculos, y Tg3 - Chi è di scena, dedicada al teatro y las artes escénicas.
Fui contratado por la Rai en 1997 después de pasar una selección pública. Trabajé durante 21 años como periodista parlamentario para Rai Parlamento, el equipo editorial encargado de la información parlamentaria e institucional. Es un grupo especializado de periodistas que se ocupan de temas importantes porque, en nuestro sistema constitucional, toda la vida pública del país pasa por el control del Parlamento. Al ser un pequeño grupo, tuve la suerte de hacer un poco de todo, comenzando por editar los servicios de los colegas que trabajaban en el Parlamento (en ese momento todavía no teníamos salas de redacción en las oficinas institucionales, como ocurre ahora), hasta el trabajo editorial. Casi de inmediato (ni siquiera me había convertido en periodista profesional todavía), Angela Buttiglione, mi directora en ese momento, quizo que yo presentara el noticiero del Parlamento. También he adquirido experiencia como corresponsal y comentarista de sesiones parlamentarias transmitidas por televisión. Como Rai Parlamento también se encarga de los debates televisados cuando hay elecciones, también he dirigido muchos de ellos. Finalmente, durante varios años, fui responsable de la redacción de Rai Parlamento en el Senado de la República. Durante todos los años que llevo como periodista parlamentario, he seguido involucrado en la cultura y la investigación y he publicado algunos libros y varios artículos en revistas especializadas.
Comencé mi carrera investigando en la Universidad de Roma II, Torvergata. Tengo un diploma en literatura italiana, con una tesis sobre narratología. Luego trabajé, por un corto tiempo, como traductor de textos técnicos, principalmente del inglés. Luego trabajé durante unos años en la editorial Leonardo International, que producía publicaciones periódicas corporativas y libros valiosos.
X.L.: ¿Es usted jinete? Si es así, háblenos sobre sus inicios (¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo?); ¿sobre esta pasión por los caballos?
G.B.T.: Vengo de una familia que no tiene nada que ver con los caballos, pero siempre he querido practicar la equitación. El primer recuerdo de mi infancia son los afiches con caballos, pegados en los muros de mi habitación. Crecí cerca de Roma, en la casa donde volví a vivir hace algún tiempo, en Grottaferrata. A la edad de 5 años, conseguí que mi padre firmara un contrato en el que se comprometía a comprarme un caballo cuando cumpliera los 13 años. Al principio, mi familia era reacia a fomentar mi pasión (¡se podría decir que era una obsesión!). La equitación era para mis padres un deporte muy costoso y peligroso. El contrato no se cumplió, pero compré mi primera yegua a los 16 años con el dinero de una beca de estudios. De hecho, a los quince años había descubierto un picadero no muy lejos de mi casa (uno de los argumentos que mis padres pusieron contra mi insistencia fue que el picadero más cercano estaba demasiado lejos de casa). En ese momento tenía un ciclomotor y un compañero de clases aceptó acompañarme a esta extraña caballeriza, en la cual reinaba una mujer extraordinaria, como una extraña sacerdotisa del culto ecuestre. Se llamaba Magda Stefanelli y era la esposa de Benito Stefanelli, uno de los mejores stunt-director (director de dobles) del cine italiano y quien también actuó, como actor, en todas las películas de Sergio Leone. Allí descubrí que montar a caballo no era necesariamente esnobismo del jockey-club y que podía ganarme el cariño de la señora de la casa limpiando los establos y ayudándola en sus quehaceres diarios. Ella fue quien me enseñó, no solo a montar a caballo, sino que la equitación es una forma de vivir y de entender la vida. Pasé toda mi juventud en su escuela de equitación, acompañándola a todas partes, cuando iba a elegir un nuevo caballo para comprar. He conocido nobles que tenían espléndidas caballerizas, y bandoleros que guardaban sus caballos en tugurios improvisados, pero siempre con una pesebrera inmaculada. Todo el mundo respetaba a Magda. Por su gran experiencia ecuestre y por su personalidad verdaderamente extraordinaria. Pasé tardes interminables escuchando sus historias de vida y obra y estudiando los detalles de las fotos escénicas de los sets de Leone, en los cuales ella, su marido y su hijo Marco habían trabajado en películas que hicieron historia en el cine, especialmente El bueno, el malo y el feo, pero también Un puñado de dólares y Érase una vez la revolución (Giù la testa!) ...
Cuando fui un poco mayor, también frecuenté el establo de Fabrizio Mai en Capalbio, Toscana. Él también era un jinete verdaderamente fuera de lo común, al que le caí en gracia, apreciando mi pasión y entrenamiento en la escuela de una mujer de caballos a la antigua. Lo quería como a un hermano mayor y él también me quería. Él también era una persona con un carisma especial con los animales y las personas. En su caballeriza se podía encontrar con personalidades del jet-set que frecuentaban la costa toscana y con el buttero lleno de orgullo, que venía a mostrarle el potro que estaba adiestrando. Fabrizio trataba a todo el mundo con el mismo respeto, con la misma hospitalidad franca y un poco ruda. Era un hombre generoso, fuerte como un toro, a quien nunca he oído levantarle la voz a un caballo.
X.L.: ¿Y esta pasión por la equitación andaluza?
G.B.T.: Fue Magda, con sus fabulosas historias de sus experiencias en España, quien me transmitió la pasión por los caballos ibéricos. Apenas cumplí la mayoría de edad, me fui. En España descubrí la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, la cual visité por primera vez haciéndome pasar por periodista, con la acreditación de prensa que me había dado un amigo vasco.
Luego, hace unos treinta años, en un viaje a Inglaterra, compré un libro en una librería de Charing Cross Road, el cual cambió mi vida en muchos sentidos: Dressage de Sylvia Loch. Al hojearlo, descubrí dos cosas: la primera, que existía una tradición muy antigua e importante de libros dedicados a la equitación y que en el pasado mi país había jugado un papel importante en ese campo; la segunda, que en los jardines del Palacio de Queluz, en Portugal, actuaban jinetes vestidos con elegantes ropajes del siglo XVIII, montados en espléndidos sementales Alter Real.
Empecé a investigar en las bibliotecas y descubrí el tesoro de los tratados ecuestres. Luego me fui a Portugal. Sin embargo, cuando llegué a Queluz, no encontré los caballos. En esa época, la primera semilla de lo que se convertiría en la Escola Portuguesa de Arte Equestre, todavía tenía su sede en el Jockey Club de Lisboa. No pude encontrarlos, pero en Lisboa compré la edición Crépin-Leblond de las obras completas de Nuno Oliveira. Ha pasado mucho tiempo, pero desde hace doce años voy cada año a Portugal a tomar clases con algunos jinetes de la Escola y, con muchos de ellos ha nacido una bonita amistad.
Entre mis instructores en Portugal, también está Jenny Almeida, de origen inglés y esposa de Rui, uno de los jinetes más experimentados de la Escola. Jenny no solo es una temible amazona y una maestra apasionada, sino que también tiene un talento extraordinario para encontrar el caballo adecuado para sus alumnos. Hace casi dos años, con su ayuda compré un potro lusitano del prestigioso criadero del Marqués Graçiosa, el difunto ex director de la Escola Portuguesa. Desde entonces, lo entreno en Italia con la ayuda de un amigo, el cual es un talentoso jinete profesional: Gianluca Coppetta.
X.L.: ¿Cuáles fueron sus primeros trabajos; primeras publicaciones?
G.B.T.: Como mencioné, mi carrera comenzó con la investigación en el campo literario. En 1991 publiqué un libro, Il racconto nel racconto, dedicado al estudio de las obras literarias en las que una historia contiene otras, contadas por los personajes o insertadas en la línea narrativa principal con otros expedientes, como sucede en el Decamerón, en Las mil y una noches, o en la Odisea. Durante estos estudios, me encanté con la figura de Jan Potocki, un noble polaco que vivió entre los siglos XVIII y XIX, autor del Manuscrito encontrado en Zaragoza. Además de ser un brillante escritor de historias fantásticas, Potocki era un erudito y un viajero, y traduje (del francés) y publiqué su Viaje a las estepas de Astracán y el Cáucaso (1996). Luego mi carrera tomó otra dirección. Unos años más tarde, colaboré con un grupo de fotógrafos que habían realizado una serie de espléndidos reportajes fotográficos sobre algunos de los trenes más extraordinarios del mundo (I treni delle meraviglie, 2002).
Durante los siguientes años, me dediqué al estudio de los tratados ecuestres, con la intención de combinar finalmente las dos grandes pasiones de mi vida: los libros y los caballos. En 2013 publiqué Le opere della cavalleria. La tradizione italiana dell'arte equestre durante il Rinascimento e nei secoli successivi (Cavour Libri, 2013), un libro que recorre la historia de la equitación italiana, a través del estudio de libros dedicados al arte ecuestre por autores italianos. El estudio se centra principalmente en los tratados del Renacimiento, pero abarca toda la producción de los autores italianos, hasta Caprilli, es decir, hasta principios del siglo XX. El libro también ha sido traducido al inglés y publicado en América por Xenophon Press, bajo el título The Italian Tradition of Equestrian Art (2014), con prólogos de Arthur Kottas-Heldenberg (ex-Obereiter de la Escuela Española de equitación de Viena) y João Pedro Rodrigues (actual director de la Escola Portuguesa de Arte Equestre).
Durante los últimos tres años, creé una pequeña editorial especializada en el sector ecuestre, junto con Luciano Ruiu, un joven amigo: More than a Horse.
La iniciativa nació de un grupo de discusión en redes sociales dedicado a la literatura ecuestre, creado por Luciano, el cual amablemente me invitó a participar. En poco tiempo, el grupo creció, testimoniando el interés de un nicho de lectores apasionados, quienes expresaron la dificultad de encontrar textos ecuestres en el mercado italiano. Comenzamos publicando una nueva edición italiana de las obras completas de Nuno Oliveira, que traduje y edité y cuyo cuarto y último volumen está a punto de ser publicado. También publicamos un texto sobre un tema etológico de Maria Franchini (L'intelligenza dei cavalli, 2020) y una nueva edición de la hermosa novela de Patrizia Carrano, L'ostacolo dei sogni, (2021), el cual relata la historia del récord de Osoppo, montado por el capitán Gutiérrez, en el concurso de Piazza di Siena, en 1938.
X.L.: Tienes un blog. ¿Cuál es su dirección? ¿Cuáles son los temas?
G.B.T.: Desde 2013, he continuado mis estudios sobre la tradición ecuestre publicando artículos en un blog, en italiano e inglés, dedicado a la historia, la cultura y las tradiciones de la equitación clásica. Los artículos están dedicados a diversos temas, principalmente de interés histórico, pero también reseñas de libros y relatos de eventos relacionados con la cultura ecuestre.
Desafortunadamente, mis compromisos profesionales y la actividad de la editorial me han distraído un poco últimamente de mis estudios históricos y de la publicación de nuevos artículos.
X.L.: Háblenos de las colecciones de bibliotecas (públicas y privadas) dedicadas al caballo en Italia. ¿Dónde se encuentran? ¿Cuáles son las más importantes? ¿Cuáles son sus características?
G.B.T.: Desafortunadamente, a pesar de su muy importante legado a la cultura ecuestre mundial, Italia no tiene en alta estima este sector, y en las bibliotecas públicas hay muy pocas colecciones dedicadas específicamente a los caballos y a la equitación.
La colección más importante es sin duda la que se encuentra en la Biblioteca del Palacio del Quirinal, actual sede de la Presidencia de la República Italiana. En este maravilloso palacio, que fue residencia de los Papas y luego de los Reyes de Italia, se reunieron las colecciones de libros recogidos por el Gran Escudero del Rey. La colección ecuestre consta de unos 500 volúmenes, cuyo catálogo se puede consultar en PDF en el sitio web del Quirinal. Este auténtico tesoro atrajo el interés del primer presidente de la República Italiana, Luigi Einaudi, un fino intelectual. Se interesó por la Biblioteca, pero como no tenía competencia en materia ecuestre, sólo ordenó que se pusiera en orden. El catálogo fue compilado por Raoul Antonelli.
En 2008, el presidente Giorgio Napolitano promovió la reorganización de la Biblioteca del Quirinal, la cual, además de las colecciones históricas, cuenta con un importante sector de estudios jurídicos y de derecho constitucional, los cuales apoyan las actividades institucionales relacionadas con el ejercicio de las funciones presidenciales. En noviembre de 2010 se inauguró la nueva sede. Se puede visitar con cita previa.
En las bibliotecas italianas hay muchos libros y quién sabe cuántos manuscritos dedicados al arte ecuestre y veterinario, pero, que yo sepa, no hay colecciones específicas, aparte del Fondo Maestrini, conservado en la Biblioteca Centralizada de Medicina Veterinaria Giovanni Battista Ercolani, de la Universidad de Bolonia. Las obras de esta colección no son numerosas, pero han sido digitalizadas y se puede acceder a ellas en línea.
Italia tiene obviamente una política de adquisiciones y, sobre todo, tiene un inmenso patrimonio de libros, pero la escasez de recursos económicos y la escasez de atención prestada a la cultura ecuestre hacen que no existan proyectos específicos para poner en valor este importante “tesoro”.
Afortunadamente, hoy en día, gracias a las amplias campañas de digitalización de los fondos de las bibliotecas, como la realizada durante años por Google, una gran parte de las obras impresas publicadas sobre temas ecuestres de autores italianos, ahora son accesibles en línea. Desafortunadamente, las instituciones italianas siguen estando muy atrasadas en este campo, y para mis estudios pude consultar la mayoría de estas obras en sitios extranjeros. Para un entusiasta como yo, un sitio como La Biblioteca Mundial del Caballo ¡es un verdadero paraíso!
Conozco la existencia de colecciones privadas en Italia, como la creada por el difunto Lucio Lami y vendida por los herederos, o la de mi amigo Mario Gennero, pero siguen siendo prerrogativa exclusiva de los felices propietarios.
Por supuesto, yo también tengo varios libros dedicados a la equitación, pero no colecciono obras antiguas, ni poseo piezas particularmente raras. Siempre he tenido un culto a los libros, pero siempre he pensado en ellos como herramientas de trabajo. Hoy en día, los tratados ecuestres de antaño son todos, o casi todos, accesibles en línea y los que he leído y estudiado están almacenados en el disco duro de mi computadora (en realidad en la nube).
X.L.: En 10 libros, ¿podría darnos una breve visión general de la evolución del arte ecuestre y su difusión desde el Renacimiento hasta nuestros días?
G.B.T.: ¡Es difícil dar una respuesta concisa a una pregunta que intenté responder escribiendo un libro de casi 300 páginas! Probemos.
1550: Federico Grisone caballero napolitano, publica Gli ordini di cavalcare. Es el primer libro impreso dedicado al arte de adiestrar caballos para el uso de la guerra. El libro fue exitoso. En aproximadamente un siglo, ha habido innumerables ediciones y traducciones. Se considera el certificado de nacimiento de los tratados ecuestres modernos.
1556: Cesare Fiaschi noble de Ferrara, publica en Bolonia su Trattato dell'imbrigliare, atteggiare e ferrare cavalli. Es una obra muy interesante, porque establece el canon de los ejercicios de escuela del Renacimiento, describiendo los picaderos (maneggi), es decir, las diferentes formas en que se realizaban lo que el término francés ahora designa como passade (es decir, una carga recta al final de la cual el caballo se gira rápidamente para volver a cargar en la misma línea) y los saltos de escuela (los cuales, con la definición del siglo XVIII, ahora llamamos aires elevados). Se trata de un libro muy original, en el cual, para poder expresar el ritmo correcto de la ejecución de saltos, el dibujo del ejercicio se asocia a una partitura musical con una melodía que el jinete tenía que cantar, para darse a sí mismo el tempo. También se destaca porque dedica una parte a la herrería, convencido de que el buen jinete debe conocer todas las facetas del arte ecuestre.
1610: Salomon de la Broue publica la edición definitiva de su Le Cavalerice François (la primera data de 1593). Además de ser el primer tratado publicado por un autor francés, este texto, cuyo autor fue alumno de Giovan Battista Pignatelli en Nápoles, representa el “paso de testigo” entre las escuelas italiana y francesa.
1625: El tratado de Antoine de Pluvinel, L'instruction du Roy en l'exercice de monter à cheval, es publicado ese año. Pluvinel también había sido discípulo de Pignatelli y en su obra rinde homenaje a su maestro italiano. Adornado con magníficas ilustraciones, este libro marca la afirmación definitiva de la hegemonía de la escuela francesa.
1657: William Cavendish duque de Newcastle, imprime su Méthode et invention nouvelle de dresser les chevaux, igualmente enriquecido con espléndidas ilustraciones, el cual muestra una evolución de las técnicas y la introducción de ejercicios más modernos.
1723: Niccolò Rosselmini, chambelán del Gran Duque de Toscana, superintendente de los haras del Gran Ducado de San Rossore y director de la escuela de equitación de Siena, publica un libro en el que desafía el dogma típico de la equitación renacentista según el cual, para garantizar la movilidad del caballo, debe ser entrenado para llevar el peso en los cuartos traseros. Basándose en la observación de los movimientos de la “máquina equina”, Rosselmini llega a la conclusión de que el caballo soporta el peso en el antebrazo, atribuyendo la función de regular la acción del cuerpo a los cuartos traseros. Aunque su teoría es ambigua, mostraba un interés embrionario por el estudio de la biomecánica y el equilibrio del caballo, el cual, dos siglos más tarde, culminará en el “sistema de equitación natural” de Caprilli.
1733: François Robichon de la Guérinière publica la Escuela de Caballería, que todavía se considera la Biblia de la equitación clásica. Presenta el adiestramiento del caballo como un programa de gimnasia racional y se codifica el ejercicio de hombros.
1805: Se publica póstumamente la edición definitiva de los Elementi di cavallerizza del conde de Brescia Federico Mazzucchelli (una edición anterior había aparecido en 1802, con el título de Scuola equestre). Una obra vasta y emocionante, con hermosas láminas basadas en dibujos de Basilio Lasinio, también es interesante porque atestigua la adopción del trote elevado, introducido por los ingleses, para adaptarse a los andares más largos y nerviosos de los caballos purasangre.
1842: François Baucher publica su Méthode d'équitation basée su de nouveaux principes. No me permito explicar a los lectores franceses la importancia fundamental de este libro y del método que su autor ilustró y luego reelaboró en su segunda manera famosa. La conocen mejor que yo. Me limitaré a decir, que este libro fundamental, el cual suscita fuertes controversias, sitúa la ligereza como fundamento de la equitación de escuela, es una obra de capital importancia, la cual tuvo y aún tiene, una gran influencia.
1886: Gustave Steinbrecht publica su Das Gymnasium des Pferdes, una obra que, aunque fue penalizada por un estilo poco brillante, presenta una muy clara explicación de un método de doma según los principios clásicos y es una de las expresiones más importantes de la escuela de equitación alemana.
Finalmente, a principios del siglo XX, Federico Caprilli expone su sistema natural de equitación en algunos artículos. Basándose en la observación de la biomecánica del caballo en libertad, Caprilli desarrolló una nueva y revolucionaria forma de concebir la equitación, que tenía como objetivo apoyar el equilibrio natural del caballo, y sentó las bases de la técnica moderna del salto de obstáculos. Desafortunadamente, murió antes de que pudiera escribir un libro que estableciera sistemáticamente su método. Sus escritos y biografía están reunidos en el volumen de Carlo Giubbilei, Federico Caprilli. Vita e scritti (recientemente reeditado por Daniele Tinti, para Edizioni Erasmo, 2021).
Me doy cuenta de que se trata de una selección muy parcial y arbitraria, pero me parece que estos son los diez (en realidad 11) libros para recordar, para seguir la evolución del arte ecuestre desde el Renacimiento hasta al menos el siglo XX.
X.L.: ¿Libros que prefiere más que otros? ¿Porqué?
G.B.T.: Entre los textos antiguos que he estudiado, uno de los que más me gustan es Il cavallarizzo de Claudio Corte, cuya primera edición se publicó en Venecia en 1562. Aunque, desde el punto de vista técnico, no presenta ninguna originalidad particular, probablemente, es el tratado con el estilo literario más vivo, entre los publicados durante el período renacentista. Su peculiaridad consiste sobre todo en la intención declarada de reafirmar la figura del cavallerizzo, es decir, del escudero, como figura social, con rasgos distintivos específicos, siguiendo el modelo del Livre du courtisan de Baldassare Castiglione. En una época en la cual la cultura humanista italiana se preocupaba por codificar la transformación del hombre medieval en caballero moderno, Corte tenía la ambición de asignar un papel específico al escudero en el seno de una sociedad cambiante. Lo hace demostrando un notable dominio de sus medios de expresión, dedicando una parte de su tratado a ese tema, en forma de diálogo.
Un libro moderno que me gustó mucho es La main du Maître de Patrice Franchet d'Espèrey, en el cual el autor consigue con gran claridad, fusionar, en una narración convincente, una visión muy amplia y documentada sobre el tema de la transmisión del conocimiento ecuestre, en un afectuoso homenaje a su maestro, René Bacharach. Es un hermoso libro que alterna la discusión académica con la disertación de su propio entrenamiento ecuestre. Con respecto al hermoso libro de Frédéric Magnin sobre el tratado del Señor de Lugny, debo reconocer que para mí fue una gran emoción conocer al autor durante el coloquio organizado por La Biblioteca Mundial del Caballo, el pasado mes de diciembre en Caen.
X.L.: El 19 de septiembre, un día después del Campeonato del Mundo de Concurso Completo en Pratoni del Vivaro, La Biblioteca Mundial del Caballo organizará su conferencia anual en Roma, en la sede del CONI y con el apoyo de la FISE, simultáneamente con París. ¿Qué opina de esta iniciativa? ¿Qué se puede esperar?
G.B.T.: Creo que es una gran oportunidad y estoy encantado de que se celebre en Italia, donde las reuniones de este tipo son muy raras. También estoy muy satisfecho con la colaboración entre las instituciones francesa e italiana y espero que estimule iniciativas futuras. Estoy convencido de que se trata de un primer paso importante para promover una mayor conciencia de la importancia de la cultura ecuestre en mi país, tanto desde un punto de vista puramente cultural, como para la promoción y difusión de los deportes ecuestres.
X.L.: ¿El tema principal subyacente en todas las intervenciones será el bienestar del caballo a medida que evolucionan las prácticas ecuestres en Italia desde el Renacimiento? ¿Qué podemos decir al respecto?
G.B.T.: Este es un asunto muy importante, sobre el cual hoy se centra la atención de la opinión pública y de los profesionales. Es un tema que desde el Renacimiento ya estaba presente en las discusiones teóricas de los autores de tratados ecuestres, en algunos aspectos. Sin embargo, creo que no hay peor idiotez que pretender equiparar nuestras sensibilidades como hombres del siglo XXI con las de épocas pasadas, las cuales eran muy diferentes. Está claro que en una época en la que se creía, como escribe Grisone, que el caballo había sido “creado por Dios para servir y conformarse a la voluntad del hombre”, la preocupación por el bienestar animal se sentía de una manera completamente diferente a la que concebimos hoy en día. Los tratados ecuestres nos muestran cómo la mayoría de los escuderos siempre supieron que no era por coerción que se podía obtener la cooperación, la obediencia y la plena funcionalidad de los caballos. Sin embargo, también es cierto, que, en el cuarto libro de su tratado, Grisone elogia los golpes con vara (al tiempo que añade que el hombre prudente no debe recurrir a castigos severos). En definitiva, es una cuestión compleja y creo que la tarea de la historiografía es tratar de situar la información en su justo contexto, sin diluir los datos históricos, para hacerla más agradable a las sensibilidades contemporáneas.
También hay que decir que, desde el siglo XVI, el tema de la brutalidad real o presunta, de tal o cual escudero, jinete, de tal o cual escuela, ha sido utilizado por ciertos autores (como desgraciadamente sigue ocurriendo hoy en día) para desacreditar a sus competidores, en un mercado donde la competencia por clientes y encargos de las cortes de toda Europa era muy feroz. Así que creo que es importante profundizar en estas cuestiones, pero tenemos que hacerlo con conciencia de la distancia cultural que separa nuestra visión de la de los autores del pasado.
X.L.: ¿Usted hablará personalmente en esta conferencia para detallar la contribución de los escuderos escritores del siglo XVI? Brevemente, ¿sobre quién y qué hablará?
G.B.T.: Ante todo, mi intención es profundizar en las razones históricas, políticas, sociales y culturales que llevaron al florecimiento de los tratados ecuestres en la Italia del siglo XVI. Cuando pensamos en el Renacimiento, pensamos en el redescubrimiento de la cultura clásica a través de la obra de los humanistas, en el florecimiento de las artes, la literatura y la arquitectura, pero descuidamos lo que estudiosos mucho más importantes que yo han destacado, a saber, que el Renacimiento fue un esfuerzo gigantesco para elaborar una nueva forma de estar en el mundo, una revolución cultural que quiso transformar al hombre medieval en hombre moderno. Sin embargo, un hecho que se les ha escapado a muchos especialistas, es que en una época en la que el caballo tenía un valor simbólico tan importante (incluso mayor que su valor práctico en el ámbito militar), la equitación tenía un papel importante, yo diría que muy importante, precisamente en el desarrollo de nuevos modelos de comportamiento.
Por lo tanto, intentaré trazar un cuadro sintético de la producción de tratados de autores italianos y subrayar hasta qué punto su enseñanza ha ejercido una profunda influencia en la cultura ecuestre europea. En particular, trataré de destacar las relaciones de intercambios recíprocos con la cultura ecuestre francesa, la cual se afirmó como hegemónica en los siglos XVII y XVIII.
X.L.: El futuro del caballo...
¿Cree usted (¡y disculpará mi optimismo!), que su práctica, su existencia, seguirá teniendo sentido en nuestras sociedades cada vez más urbanas, digitales y virtuales?
G.B.T.: Por supuesto, creo que sí. Aunque amenazados por razones económicas, por ritmos de vida cada vez más “antinaturales”, así como por un malentendido animalista el cual (en sus formas más extremas y vulgares) considera la equitación como una forma de explotación del animal, creo que esos maravillosos seres vivos que son los caballos, seguirán ejerciendo su encanto milenario sobre millones de entusiastas en todo el mundo. Estoy seguro de que muchas personas seguirán amando la generosidad, la sensibilidad de los caballos, así como su capacidad para alimentar el deseo humano de una vida plena, en contacto con la naturaleza.
X.L.: ¿Qué papel pueden jugar las bibliotecas, los museos y las exposiciones en este sentido?
G.B.T.: Creo que el estudio y la difusión de la cultura ecuestre juega un papel fundamental, no solo para la comprensión de nuestra historia, sino también para la promoción de los deportes ecuestres y de una equitación más correcta y consciente. A pesar de los lugares comunes, estoy convencido de que hay un gran interés por parte del público, también porque este campo ofrece a muchas personas una oportunidad adicional de vivir su pasión por los caballos. El patrimonio de las bibliotecas y los museos, así como la capacidad de difusión de las exposiciones, tienen un enorme potencial. Sin embargo, es necesaria la sensibilidad de las instituciones para mejorarlo. Así que creo que depende de todos los que se preocupan por el futuro de los caballos y la equitación, comprometerse a estimular las instituciones públicas y privadas a todos los niveles. Durante demasiado tiempo, los que saben se han confinado a los estrechos círculos de los expertos. Todos tenemos la tarea de hacer comprender a los responsables políticos el potencial social y cultural de las prácticas ecuestres y para ello debemos abandonar todo esnobismo y hablar un lenguaje claro para todos. Creo que instituciones como La Biblioteca Mundial del Caballo e iniciativas como el coloquio que se celebrará en septiembre, pueden dar un impulso muy importante, el cual beneficiará a todo el movimiento ecuestre.
Entrevista realizada por Xavier Libbrecht