Alain Francqueville: “Hay que ser visto, leído y escuchado para reforzar la imagen de la equitación”

La cultura ecuestre está muy presente en los museos, a través de espectáculos, de la literatura, las películas, la investigación y las conferencias, pero hay que desarrollarla y fortalecerla. La cultura del caballo y el mundo ecuestre aún necesitan ser percibidos de una mejor manera y ser más coherentes. Este es el trabajo que tenemos que hacer con los diferentes actores de La Misión para la Cultura Ecuestre, incluyendo las instituciones”. Así lo expresa su nuevo presidente, Alain Francqueville, en la entrevista que sigue a continuación.

Es tentador escribir que se trata de una función que le queda “como un guante”. El guante del escudero que fue en el Cadre Noir de 1978 a 1998, como aparece en las placas de las paredes de la gran escuela de equitación.

Pero Francqueville no se limitó únicamente a la práctica de su bello arte. Con una hermosa base (desde el Lycée Charlemagne hasta Maths Sup y Maths Spé), de mente abierta en muchos campos por no decir “progresista”, emprendedor si tocaba, ejerció varias responsabilidades conexas: entrenador, teórico, luego DTN (Director técnico nacional) y entrenador del equipo de doma de Francia. También sobresalió en el campo artístico y cultural como renovador de los Espectáculos del Cadre Noir, jefe de la colección con el editor Jean-Michel Place, redactor en jefe de la revue du Cadre noir, autor de numerosos artículos y moderador de seminarios y conferencias.

Lo que es menos conocido y que Francqueville nos confió en las siguientes líneas —entre otras cosas— es que toda su infancia transcurrió en un ambiente que lo predestinaba a la tarea que aceptó con el acuerdo del Ministerio de Cultura: la de expresar desde todos sus poros la dimensión ecuestre, aquella reconocida como patrimonio cultural inmaterial, particularmente por la Unesco, l´Equitation de tradition française (La equitación de tradición francesa).

X. L.: Usted ha sido elegido Presidente de la Misión Francesa de Cultura Ecuestre (Ministerio de Cultura). ¿Puede hablarnos del papel de esta misión? ¿Cuáles son sus áreas de intervención?

A. F.: El objetivo de la Misión es actuar a favor de la Convención firmada en 2006, para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, y actuar en favor de la promoción y el desarrollo de la cultura ecuestre francesa. De este modo, contribuye al seguimiento de la inscripción, por parte de la UNESCO, de la equitación de tradición francesa como patrimonio ecuestre de facto como patrimonio inmaterial de la humanidad, lo que no es poca cosa y conlleva exigencias.

Pero más allá de eso, promueve la necesidad de reconocer la cultura ecuestre, este importante elemento del patrimonio y de la cultura de la humanidad, en particular como factor de creatividad cultural, pero también de transmisión del “savoir-faire” y de conocimientos que provienen del pasado.

Por estas diferentes razones, es que debe fomentar y promover la investigación en estos campos (como el coloquio de junio de este año en Deauville) y actuar en favor de la transmisión de la cultura ecuestre, sobre todo a través de publicaciones y artículos.

Su objetivo es llevar a cabo acciones de conservación, pero también de transmisión del patrimonio ecuestre francés. En particular, a través de restauraciones, la organización de encuentros, exposiciones, películas y conferencias, y el desarrollo de un sitio de libre acceso (actualmente en desarrollo) centrado en la cultura ecuestre y el patrimonio. Saumur ha acogido coloquios con regularidad, pero recientemente se han celebrado en Fontainebleau y pronto en Deauville, ...

Por estas diferentes razones, la Misión contribuye al seguimiento de la inscripción en UNESCO. Pero apenas estamos en los primeros años de funcionamiento. La pandemia limitó sus acciones, las cuales apenas se reinician ahora, en 2022, con el canal de YouTube pero también con coloquios, conferencias, ...  y la culminación de un libro blanco dedicado a la equitación de tradición francesa destinado a una amplia distribución.

X. L.: ¿Cómo funciona? ¿Con quién?

A. F.: Como toda asociación, tiene estatutos y cuenta con una junta directiva, un buró y comisiones. Estamos en una fase de desarrollo y sobre todo de reinicio tras la pandemia y del hecho que me acaban de elegir a la cabeza de esta estructura. Obviamente, las acciones se llevan a cabo en colaboración con el Ministerio de Cultura, el Instituto Francés del Caballo y la Equitación (IFCE) y la Federación Francesa Ecuestre (FFE). También actúo vinculado al organismo de referencia en el campo de patrimonio cultural inmaterial: France PCI (la asociación francesa de elementos del patrimonio cultural inmaterial de UNESCO) quien actualmente cuenta con veintitrés miembros y acaba de poner en línea dos acciones relacionadas con el sector ecuestre relativas al Cadre Noir.

Trabajo con los miembros del Consejo de Administración que presido: Guillaume Henry Vicepresidente, Jean-Christophe Dupuy, Olivier Legouis (IFCE), Thibaud Valette (IFCE/Cadre Noir), Pascal Marry (FFE), Françoise Guérin (FFE), Sylvine Pickel-Chevalier (IUP de Angers, comité científico); así como Pascal Liévaux (Ministerio de Cultura), Coronel Gabriel Cortès (Guardia Republicana) y el Teniente Coronel Maurice Payement (Jefe de la filial de Deportes ecuestres militares).

X. L.: ¿Qué ambición tiene usted para esta noble institución?

A. F.: En primer lugar, establecer objetivos que respondan a la finalidad de la Misión y permitan fortalecer la cultura ecuestre en Francia, tanto en el mundo ecuestre y sus actores, como también, más ampliamente, con el mundo de los caballos, de la cultura y la edición, con el fin de llevar a cabo acciones que apunten a este desarrollo de la cultura ecuestre.

Lograr involucrar a diferentes actores, más allá de su único campo de especialización o conocimiento para llegar con esta dimensión cultural a un público más amplio, esta es la razón por la que dependemos del Ministerio de Cultura. El papel de la comunicación a través de diversos medios, exposiciones, seminarios u otros, será determinante para fortalecer esta cultura ecuestre y contribuir a dar a conocer mejor esta dimensión excepcional de nuestro patrimonio ecuestre.

X. L.: ¿Qué lo llevó a asumir la presidencia?

A. F.: En realidad, es muy sencillo, había una vacante para jefe de la Misión. Se dirigieron a mí, particularmente el ex presidente Guillaume Henry, así como la IFCE, la FFE y todo el buró. Así que me presenté como candidato y fui elegido después de un período interino dirigido por François Lucas.

X. L.: ¿Háblenos de sus inicios, del nacimiento de esta pasión por el caballo?

A. F.: Mis inicios son parisinos. Empecé la equitación a los 12 años en los Cadets de la Garde (Cadetes de la guardia). En ese momento teníamos un uniforme militar con gorra, chaqueta y más tarde por supuesto usamos la bomba; tuve la suerte de haber recibido la instrucción de los Sub-Maestres de la Guardia Republicana, provenientes del curso de Saumur, quienes también eran jinetes de competición.

Fui muy afortunado en mis primeros días en los Cadetes, por un lado, por la calidad del entrenamiento y la organización, y por otro, por el seguimiento que tuvimos con el Capitán Sorlin en ese momento. Fue un presidente de los Cadetes de la Garde muy activo (más tarde fue director del Touring Club de Francia, en París). Entre los instructores destacados de la época me gustaría mencionar al suboficial Hoffmann para salto de obstáculos y Jeunet para doma, así como Simonet, Camon, Graffeuil, etc… Me causaron una gran impresión y este entrenamiento fue decisivo, empujándome a participar en competiciones de salto, que entonces se llamaban concursos hípicos, pero también en doma.

El préstamo de la yegua Kate por parte del Comandante Masson, fue un factor determinante. Me permitió competir regularmente y convertirme en campeón de Francia junior en 1964. Tuve mucha suerte porque ese año estaba la Banda del Regimiento de Caballería de la Guardia Republicana en la ceremonia de entrega de premios. Inolvidable para el joven jinete que era: ¡la banda de la Guardia tocó en honor a uno de sus cadetes! Se rodó una película para Esso, que era el patrocinador del Campeonato de Francia, y da testimonio de la final de este circuito organizado por Raimond Cœur, un hombre increíble.

X. L.: ¿Y sobre su juventud? ¿Familia? ¿Estudios?

A. F.: Por lo tanto, mi juventud fue bastante parisina; estudié en el Lycée Charlemagne, muy cerca del barrio de los Célestins; vivía cerca de la Place des Vosges, en la rue Beautreillis (¡donde vivía el compositor Pierre Boulez!). Todo estaba muy cerca: la escuela secundaria, la Guardia Republicana, la música. Regularmente pasaba por la mañana a ver a mi caballo del momento. Así que estaba inmerso en esta atmósfera relativamente militar y organizada; asistí a muchas ceremonias de entrega de armas.

Mi padre era músico de la famosa Musique de la Garde, una orquesta de viento cuyos músicos venían del Conservatorio de París. Era un conjunto de vientos que viajaba mucho por todo el mundo. Recuerdo que cuando era niño, mi padre regresaba de una gira de tres meses por Estados Unidos, exclamando “¡qué negro es París!”, fue antes de que Malraux decidiera renovar las fachadas de la capital.

También, por mis padres, disfruté de la pasión por el teatro; me llevaron a la Comédie-Française a una edad muy temprana; todavía recuerdo el primer espectáculo, desde la parte delantera del escenario en la parte superior izquierda, era con Robert Hirsch en Les Fourberies de Scapin (Las travesuras de Scapin) … ¡inolvidable! Solía ir en Solex a La Française con mucha regularidad porque no estaba muy lejos de nuestra casa; allí vi todo el repertorio y a sus actores, incluido el debut de Isabelle Adjani en Ondine. Tocó bajar el telón debido a las reacciones del público...

Mi padre también me llevó a la Ópera de París y a conciertos, como, por ejemplo, al estreno de San Francisco de Asís de Olivier Messiaen. También asistí a conciertos en el gran anfiteatro de la Sorbona; el Espace Pierre Cardin, vi creaciones de Messiaen, ... luego asistí al concurso de Messiaen en La Rochelle, ...  Estuve muy inmerso en este ambiente de teatro, de música y, en casa, tuve una formación musical excepcional ya que mientras yo estudiaba, escuchaba todos los días a mi padre mientras practicaba su instrumento: el clarinete. Me entrenó el oído: de vez en cuando me preguntaba “¿ahí, qué caña prefieres?  ¿cuál versión? ...”. Al abrirme a muchos compositores, moldeó mi sensibilidad musical. Pero él había tomado la decisión de no empujarme hacia una carrera como músico; si yo hubiese querido, él lo habría hecho porque por parte de mi madre éramos músicos de padre a hijo, pero en esa época, mi padre pensó en realidad que era un poco el final de la carrera de músico; mi abuelo era violonchelista en Niza y había tocado en la Jetée-promenade, en Montecarlo, etc…

Antes había muchos músicos en todos los cafés y los cines y a mi padre, quien tocaba en los grandes cines parisinos, le tocó la llegada del cine sonoro y la radio, de la música grabada. Creo que estaba preocupado por mi futuro. Mi madre, era pianista, y también modista como su madre, con el recuerdo de su tienda, detrás del Negresco, rue de France, lo cual me permitió observar a estas damas atemporales, a estas emigrantes de la aristocracia rusa, o griega.

X. L.: ¿En esa época qué importancia tenían los caballos para usted? ¿Cuáles son sus primeros recuerdos?
A. F.: ¿Mis primeros recuerdos de montar a caballo? Ciertamente había visto las tomas de armas, en la guardia, pero no tengo un recuerdo preciso de lo que me atrajo de la equitación, recuerdo las Nuits de l'armée (Noches de la armada) en el Vél' d'Hiv. También recuerdo que mi familia iba a la granja cerca de Arras porque, por parte de mi padre, eran fabricantes de carruajes tirados por caballos. Mi padre recuerda que a la entrada había un caballo grande para mostrar los arneses, porque todo eso fue destruido por la guerra, era muy cerca del Campanario del ayuntamiento. De todas maneras, yo tenía una especie de atracción por los caballos, que no puedo definir del todo, y rápidamente me apasioné. Una pasión que mis padres sintieron y promovieron, pues yo era su único hijo. Cuando íbamos a Maisons-Laffitte, mi padre me mostraba una casa donde había vivido un primo que era entrenador.

Así que mis primeros recuerdos son de carácter ecuestre y militar. Recuerdo haber visto muchas veces la banda de la caballería con el trompeta mayor Gossez. Yo estaba en la escuela con su hijo y entonces iba a ver las tomas de armas; estuve inmerso en este ambiente de ceremonia y, por supuesto, asistí a concursos de salto y doma en la Guardia Republicana. Tengo algunos recuerdos de ella, por ejemplo, durante un evento que se llamaba en ese momento el Gran Premio y el Saint Georges, el coronel Brault,  a quien incluso fotografié, el Sr. Salmon, el suboficial jefe Watier, Minvielle-Debat, el Comandante de Saint-André. También recuerdo a Madame Girard montando Hermès, entrenada por Monsieur Cochenet. También vi a los jueces... Eran grandes nombres de la doma: los coroneles Lesage, de Langle, Margot, ...  Uno de los jueces hacía lo que se llamaba el protocolo: un documento sin notas, pero con los comentarios. Me interesé mucho por eso y miré con pasión a todos esos jinetes que me hacían soñar. Estos movimientos de la baja y alta escuela, cambios de pie al tiempo, piruetas, pasaje y piaffé me marcaron por el resto de mi carrera. Mucho más tarde, el coronel Margot me dio una copia de los protocolos de los Juegos Olímpicos que él había juzgado. ¡Qué muestra de simpatía! Testimonio de una época... Pasé mi segundo grado con el coronel Volpert como examinador, un antiguo escudero que montaba increíblemente en la yegua Kairouennaise del jefe Jeunet, con una pierna de palo. La particularidad de mi debut ecuestre con los Cadetes de la Garde, a la edad de doce años, en 1959, se debió a la personalidad del oficial al mando: el coronel Poirier. En esa época había un establo de carreras y él era un apasionado que entrenaba todas las mañanas. Había establecido una regla: para montar en un concurso hípico, primero tenía que haber montado en una carrera. Así que mi primera competencia fue una carrera. Entrenábamos con una “silla de bicicleta”. Primero ensayábamos en la escuela de equitación de los Célestins y luego teníamos que galopar por la pista de los Célestins, ¡que era relativamente pequeña! ¡Eso giraba demasiado! Luego, creo que fuimos a entrenar un par de veces en Achères.  Mi primera carrera fue con la yegua La Mulletta, en Maisons-Laffitte (foto de Paris-Turf, 30 de septiembre de 1961). Me costó trabajo controlarla después de la meta, ¡pero había ganado! Entendí que para frenar no era necesario jalar más fuerte de las riendas, sino dejarlas más sueltas, la yegua disminuía la velocidad y luego se detenía. Después de eso, hice otras carreras en diferentes pistas de la región de París. Monté con el cadete Roger Grand, un futuro gentleman-rider, en el campo de Tremblay. Estas carreras estaban destinadas a los jóvenes, había jinetes de la misma edad que yo, como Martine Kosciusko-Morizet de la escuela militar, y otros de las sociedades hípicas de la región de París, Seine y Oise, del Haras de Joinville, Laval, de Mans…

Uno de los encuentros de carreras para jóvenes tuvo lugar en Longué-Jumelles, cerca de Saumur, el jueves 13 de julio de 1961 (aún conservo el afiche y el programa), organizado y equipado por el Sr. Mellerio, un joyero cerca de la Place Vendôme. Con Roger Grand fuimos a Saumur por varios días, nos alojaron en la Escuela de Caballería y fuimos recibidos por los alumnos sub-maestres de la guardia. Una noche, regresando en bicicleta de una cena, el centinela, un Spahi, nos vio en la puerta de entrada y gritó “¡alarma!”. Entonces salió el jefe de la estación. Era el Maréchal des Logis, el jefe Pomel, el padre de Thierry, un ex campeón de salto de obstáculos (Thor des Chaines, nota del autor) y entrenador nacional de salto de obstáculos. ¡La crisis! Fuimos “entrenados” para esta carrera nocturna por un sub-maestro del Cuadro: ¡el Chef Guyon, futuro medallista olímpico! Fue mi primer contacto con Saumur, regresé más tarde para un curso de monitoreo federal, teniendo como instructores: el Comandante Hau, el Capitán Roth, el Suboficial Jefe Renaud. De nuevo, son recuerdos que me dejaron huella, especialmente la presentación de los aprendices al Escudero Mayor, el Coronel de Saint André. Eso tuvo lugar en el Picadero de los Escuderos, vestimenta de competición, y él, montado a caballo, se detuvo bajo la tribuna del general, con monóculo, tuvimos que presentar nuestros caballos describiendo sus orígenes... Otra época.

X. L.: ¿Sobre la decisión de seguir una carrera ecuestre?

A. F.: ¡Un poco antes de la edad de la escuela secundaria! Apasionado, campeón júnior de Francia y además segundo de la recuperación de Doma que se impuso en ese campeonato, obtuve la “recompensa”: poder montar la Reanudación de los 12, de la Guardia en presentación pública en Chantilly, Maisons-Laffitte ... ¡Lo que hoy sería impensable, en su momento, forjó una vocación!

Esta secuencia llevó a mi padre a ver qué posibilidades se abrían para mí. De acuerdo con la información de los oficiales a cargo de la guardia, básicamente, había dos posibilidades: o los Harras Nacionales o la Carrera Deportiva Ecuestre Militar. Así que decidió ir conmigo a ver al director de los Harras de la época, el Sr. Henri Blanc, quien nos recibió cerca de la Etoile en las oficinas de la Avenue de la Grande Armée y le dijo: tiene que prepararse para las grandes escuelas, así que tenía que hacer Maths Sup y preparar el Agro.

X. L.: ¿Usted dudó?

A. F.: No, la verdad es que no. Como lo dije más arriba: mi carrera comenzó claramente en la época de los Cadetes de la guardia, esta pasión también fue apoyada por mi familia y mis padres, como una vocación ¡por decirlo de alguna manera!

Añadiré que, habiéndome convertido en oficial, al aprobar los concursos y desembarcar en la Escuela de Caballería de Saumur durante el curso de aplicación, el coronel Bouchet Escudero en Jefe, quien sin duda me había reconocido, facilitó mi viaje. Al final del Curso Práctico, los cadetes de oficiales eligen su regimiento en función de su rango. Contra todo pronóstico, obtuve un régimen especial, debido a mi carrera militar anterior a mi tiempo en Saumur porque venía del 16º Regimiento de Dragones, donde había sido ORSA durante tres años (los ORSA son oficiales de reserva admitidos para servir por contrato dentro de las fuerzas armadas, por un período de tiempo limitado) lo cual se descontaba en tiempo como equivalente al rango de teniente, por lo tanto, excepcional e inesperado. Mucho se lo debo al General Guinard, comandante de la Escuela de Caballería, y ciertamente a la influencia del General O'Delant (en ese momento coronel, nota del autor) y del Escudero en jefe, el Coronel Bouchet. En la sala de conferencias, al final del curso de formación de subtenientes, mi nombre ya estaba expuesto: Francqueville - Escuela Nacional de Equitación. Así que me eligieron desde el principio para hacer el Curso de Perfeccionamiento Ecuestre.

X. L.: ¿Y su larga carrera en Saumur, donde desempeñó sucesivamente varios roles, trabajando al principio con personalidades tan diversas como Jean d'Orgeix, Christian Carde, pero también con el que se convertiría en el General Pierre Durand ? ¿Otros que tal vez no he mencionado aquí?

A. F.: Así que entre los Cadetes de la guardia, el debut en competición donde tuve la oportunidad de triunfar con la yegua Kate (de Rantzau) que el comandante Masson me había confiado, como mencioné arriba, pude participar en cursos para juniors organizados por la federación (en ese momento la FFSE, nota del autor) con:  Gilles Bertran de Balanda, Guy Laffargue, Laurent Fabius, Christian Paillot, Gilles Curti, Patrick de Montenon, Jean-Marie Donard, Anne Cœur, Roger Grand, ... Los nombro, ¡todos ellos son famosos!

Así que aproveché en Semana Santa y Navidad, estas pasantías federales en Fontainebleau (en el CNSE) con el Sr. Georges Calmon. El Comandante de Fombelle, el Capitán Lefrant, el Teniente Durand y nuestro entrenador Daniel Lamour, impartieron los cursos, mientras el Coronel Chevalier, medallista olímpico, dirigía el CNSE. Recuerdo: vino a vernos a caballo en plena pasantía, ¡en medio de una sesión de entrenamiento en el Grand Parquet! Luego participé en grandes competiciones, en particular las conocidas como “Ruban de l'Atlantique”, Royan y luego Vichy, una gran competencia de esa época. El Comandante Bernard de Fombelle fue quien me ayudó a aflojar a mi yegua Kate. Éramos jóvenes y en ese entonces disfrutábamos de una muy buena acogida por parte de nuestros mayores, quienes nos veían un poco como el relevo.

Recuerdo haber ido en tren a Royan, con mi caballo y el de Christian Paillot; era un vagón con un caballo en cada extremo, y yo dormía en una cama Picot (catre plegable del ejército SIC), entre los fardos de paja. Cuando llegué, ensillé para ir al campo de competencia a caballo.

Para ser seleccionados teníamos que participar en varias competencias, y Daniel Lamour, entrenador de los Juniors, definía el equipo dependiendo de los resultados. Fui uno de los cuatro seleccionados para participar en el Campeonato de Europa en Italia. Había participado en varios concursos internacionales, entre ellos uno en Holanda: el CSI en Bergen op Zoom; luego fui seleccionado para el Campeonato de Europa en Salice Terme.

Esta experiencia de salto de obstáculos y competencia internacional me sirvió más tarde, cuando asumí el papel de entrenador y líder de equipo.

Después de este período, llegué a Saumur para seguir el Curso Avanzado de Equitación con la ambición de quedarme en la Escuela, lo que significaba que a largo plazo podría estar en el Cadre Noir; ese año, dos oficiales fueron seleccionados: Patrick Lévesque, quien más tarde se distinguió en las carreras, y yo. El Coronel Bouchet nos recibió, él murió unos días después en un accidente. Su sucesor, el coronel Durand, decidió que para “estar de negro” (vestido que caracteriza el Cadre Noir SIC) había que ganar una competencia. Por lo tanto, Patrick Lévesque, quien estaba compitiendo en carreras, ganó en Auteuil, y un tiempo después, yo gané en concurso completo en Mans. Henos aquí vestidos con la túnica negra. Esa era la regla. Patrick Lévesque y yo montábamos los caballos de salto, en caqui camisa blanca corbata negra, lo cual también era la regla, como también estar oficialmente al final de la fila, después de los Sous-maîtres.

 

Alain Francqueville, Cadre noir
Alain Francqueville et Loïc de la Porte du Theil, Cadre noir (Windsor, 1980)

Entre las experiencias de este período que me marcaron, está la de la enseñanza la cual fue muy fuerte, con profesores de gran experiencia como el Coronel Hau, quien nos daba los cursos de la École des aides (Escuela de apoyo), ... esta tutoría era excepcional, como el Suboficial Jefe Watier, Maestro de Picadero ¡para el trabajo entre pilares! Lo que más me ayudó fue que el Coronel de Saint-André, quien vivía en París, buscaba a alguien que cuidara su hermosa casa de Midouin, à pocos kilómetros al oeste de Saumur, a orillas del Loira. Por recomendación del Capitán Roth, yo fui elegido, y eso fue increíble. Debo reconocer que, a lo largo de mi carrera, sin lugar a dudas, esto es lo que más me ha marcado, porque el Coronel de Saint-André tenía una personalidad extraordinaria, una gran cultura y mucha benevolencia. En el pasado, lo había visto en el Salon de l'Agriculture (Feria de agricultura), en donde estaba presente el Cadre Noir. En ese entonces el Coronel de Saint-André, quien llevaba un monóculo, era el jefe de escuderos; todo eso era impactante. Pude vivir en su casa durante 4 o 5 años y una de las cosas que más me marcó fue el hecho de que el Coronel se interesara por lo que yo hacía en la Escuela; además me ayudó mucho redactando fichas técnicas-pedagógicas para los estudiantes instructores. Él mismo las completaba y anotaba. Isabelle Boéro las mecanografiaba, y pasaba por el mimeógrafo para distribuirlas a los alumnos.

Para ayudarme a adquirir esta cultura que es la fuerza de la enseñanza en Saumur, el Coronel me orientó muchísimo. Era un ferviente baucherista, lo cual provenía de un trabajo constante con el Général Decarpentry, cuya silla de montar poseía, y la cual yo usaba cuando me hacía trabajar su caballo. Todos los días, alrededor del mediodía, iba a verlo montar en el picadero construido cerca de la finca de Laleu (donde el General Berton fue arrestado durante la conspiración bonapartista de 1822 que llevó al cierre de la escuela por insurrección, durante algunos meses -nota del autor-). Jean Teulère se instaló en ese lugar desde entonces.

Yo lo observaba, y montaba a Acrobate, su caballo, al cual entrenó en todo el repertorio: apoyos, cambios de pie, piruetas... Experimenté esta progresión: ¡passage, piaffé y paso de escuela! Me lo transmitía con su punto de vista técnico, analizado y explicado cada vez, porque era un pedagogo fuera de serie. Más tarde, cuando estuve a cargo del Curso de Formación de Instructores (CFI) en la ENE, le pedí al Coronel que viniera a compartir sus conocimientos, y le pedí varias veces que hiciera conferencias sobre la historia de la equitación, el baucherismo y también demostraciones prácticas. Lo vi hacer y comentar todas las inflexiones, en las diferentes “maneras” de Baucher, las cuales le había enseñado Decarpentry. A todos los alumnos que asistieron a sus conferencias, les mostró ese trabajo pie a tierra; aún lo recuerdan. Los estudiantes hicieron una presentación colectiva de este trabajo pie a tierra. En ese entonces, la instrucción (era la palabra en ese momento, pues desde entonces se habla de la formación) fue dirigida por el Comandante Boyot, quien dominaba todas las formas de trabajo, particularmente las riendas largas.

El otro elemento que marcó mi carrera, se debe a otro personaje. El Escudero en jefe, Pierre Durand, necesitaba poner a alguien de la Escuela como asistente de Jean d'Orgeix, entrenador nacional de CSO (Concurso de salto de obstáculos SIC), instalado en la planta baja de un gran establo de la escuela de equitación de Lasalle, en Saumur. ¿Mi tarea? La formación de los estudios-deportivos y de los jóvenes. Así que estaba en permanente contacto con él. Era un pedagogo extraordinario, el cual, aunque no tenía la didáctica del Coronel de Saint-André, tenía un enorme poder de persuasión. También viví esta experiencia, aprendí y luego enseñé principalmente estudios deportivos, sus técnicas y, por lo tanto, su método llamado del paso “decreciente”. Trabajé con caballos a los cuales se les tuvo que cambiar la técnica al acercarse al salto, como a Varin, montado en ese entonces por Christophe Cuyer. Para tener un caballo que se pueda utilizar en competición, dar prioridad a la lección de piernas. Ahí experimenté una visión muy nueva del salto, de la competencia y de la equitación. D'Orgeix desempolvó la técnica de obstáculo volviendo a la fuente: Caprilli.

Después de la partida de Jean d'Orgeix, fui asignado a la sección de doma creada por el Capitán Carde. Esta sección estaba compuesta por Patrick Le Rolland, Tristan Chambry, Dominique Flament, Alain François, ... El Comandante Carde era muy activo y contaba con interlocutores excepcionales: desde Nuno Oliveira hasta Henri Chammartin, pasando por Ivan Kissimov (RUS), ... Fue un periodo muy enriquecedor.

Me convertí en juez internacional porque en Saumur era tradición tener algunos escuderos con esta calificación para estar en sintonía con los requisitos de la competición (en la línea de Danloux y Decarpentry). En esta misma época, estuve a cargo del curso de doma clásica (se llamaba École des aides), y de los cursos teóricos, para el CFI.

X. L.: ¿Usted trabajó en la renovación de los espectáculos del Cadre Noir bajo el mandato del Coronel Pierre Durand? ¿Háblenos sobre esta experiencia?

A. F.: En aquella época, durante las presentaciones públicas, hacíamos un comentario con textos que ya existían. Poco a poco los modificamos, los aligeramos... Ya existía el trabajo comentado de un caballo de picadero y de uno de salto; yo había tomado una inducción para hacerlo. Más tarde, fue necesario ir más allá en este aspecto de las “presentaciones” del Cadre Noir, las cuales se habían vuelto estáticas, de hecho, decíamos “tradicionales”, eso lo dice todo. Entonces, el Coronel Durand, y el General O'Delant, quisieron renovar las presentaciones. Había que encontrar algo y me contactaron una vez más para llevar a cabo esta nueva misión, la cual también implicaba renovar el acompañamiento musical de las presentaciones. Esto se hizo en la Sala Wagram con la Música de la Guardia dirigida por Roger Boutry, ganador del Grand Prix de Roma. Tuve varias sesiones de trabajo con él: tempo, orquestación... Greco Casadesus se encargó de la adaptación de las partituras. La grabación dio lugar a la producción de un CD y luego de un CD vendido por les Amis du Cadre Noir. En el artículo De carrousels en galas publicado en la revista Amis du Cadre Noir lo cuento. Una evolución muy gradual. El punto de partida fueron los Amigos del Cadre Noir, los cuales habían decidido celebrar una velada de gala en el Manoir de Launay, en 1975. En tiempos del Rey René se hizo un Pas d'armes (Paso de armas, torneo medieval) en ese lugar. La mansión era propiedad del Sr. Orange, antiguo miembro de la 2ª División Blindada, amigo del General Gribius, Presidente de los Amigos. El Escudero en jefe me pidió que además de las presentaciones en picadero y de salto, organizara algo más. De ahí sale el trabajo a mano, en los pilares... Y así fue como empezó. Los alumnos instructores de la ENE, los cuales participaban en el carrusel, se involucraron con sus trajes de carabineros; había juegos, ... En ese momento, se llevó a cabo en una pequeña cantera de hierba especialmente instalada a la entrada de la mansión; los años siguientes en el parque de la mansión; fue el comienzo de un espectáculo que se ha desarrollado a lo largo de los años. Se añadieron acrobacias y se pusieron pinturas para presentar los diferentes aspectos del trabajo de los escuderos. El Capitán Rémiat diseñó una presentación de los caballos de salto llevados a mano; con el trabajo en los pilares por parte del comandante Boyot y luego el pilar viviente para que fuera más visible para el público. Junto con el futuro escudero Philippe Karl y su caballo Odín, muy bien entrenado, en su libro sobre Odín recuerda las condiciones de la creación. Se me ocurrió la idea de crear una pintura histórica inspirada en  Pluvinel y en la historia local con la academia protestante de Saumur en la época de Enrique IV. Para mí, era el punto de entrada y volver con un espectáculo a los orígenes de la escuela de Saumur. La idea era inspirarse en el vestuario y sobre todo en la técnica de la época descrita en L'instruction du Roy. Daniel Ogier, de la Ópera de París, se encargó del vestuario, yo elegí la música y escribí el texto de la reseña. Ensayamos mucho con Philippe Karl, muy trabajador, extremadamente preciso, se puede ver la película ya que fue rodada por el INSEP. Esta pintura ha volteado durante años, un auténtico éxito que marca el verdadero comienzo de nuestros espectáculos de gala y sigue siendo uno de los aspectos más destacados de mi contribución al Cadre Noir.

El otro hecho es que, en 1989, me transformé un poco en el director de la Gala Ecuestre del Bicentenario. El General Philippe Arnold, comandante de la Escuela de Caballería, de acuerdo con Jean-Luc Lehmane, director de la ENE, me confiaron la escenografía. Tuvo mucho éxito. Al año siguiente, a solicitud del General Bonavita, monté el Carrousel de Nuit (Carrusel nocturno). Tuve que conseguir directores profesionales debido a que sentí mis limitaciones y la falta de disponibilidad que se requería. Acudimos a Michael Kerjean, un escenógrafo permanente, director de los asuntos culturales de la ciudad de Saumur, el cual también era bailarín y coreógrafo. Encontramos localmente a alguien que realmente tenía las habilidades para respetar la imagen, la técnica y la historia del Cadre Noir y al mismo tiempo ponerlo en valor; con él hicimos muchísimos espectáculos. Algunas veces hubo otros directores como Francis Morane, François Melchiori... Y la participación de artistas invitados como Lucien Gruss, grandes actores para recitar los textos, Georges Descrières, Jean-Claude Brialy, el italiano Giorgio Albertazzi, o Yves Mourousi...  Hoy en día, seguimos por el mismo camino de aquello que hizo su debut hace 45 años, gracias a los Amigos del Cadre Noir, al Manoir de Launay.

X. L.: Sin perder de vista la dimensión deportiva de la equitación con los años que pasó junto al equipo de doma de Francia. ¿Qué dice hoy al respecto?

A. F.: A lo largo de mi carrera, la dimensión deportiva ha tenido varias dimensiones. Antes de Saumur, hubo principalmente salto de obstáculos, carreras y doma. Una vez en Saumur, fue el período Jean d'Orgeix y mi participación en competiciones y entrenamientos de salto. Más tarde, en 1998, a solicitud de François Piquemal, Director Técnico Nacional, (en la creación de la FFE por Jacqueline Reverdy), llega mi nombramiento como DTN adjunto a cargo de la equitación deportiva. Luego, en 2004, después de una temporada en el Ministerio de Deportes para renovar los diplomas, el Dr. Olivier Lepage me llamó nuevamente para responder durante el seminario de Rolleboise, a las preguntas de los jinetes sobre el futuro de la doma, con los entrenadores, propietarios, jueces y para recomenzar sobre nuevas bases. Durante una competencia de doma, tal vez el campeonato de Francia, en Saumur, mientras conversaba con Lepage, de pronto él dijo: “eso es todo, hemos elegido al jefe de la disciplina de doma, está a mi lado”. ¡Así sucedió! Con mi jefe de Entrenamiento en el Ministerio de los Deportes (Hervé Savy), de pronto tuvimos la suerte de que este nombramiento, el cual se suponía que normalmente se debía llevar a cabo durante los traslados, o sea a fines de julio, ocurriera un poco antes (creo que en abril), es decir, antes del CDIO en Saumur donde ganamos la Copa de Naciones.

Hice un primer análisis de la situación. Cuáles eran nuestras fortalezas y nuestras debilidades y cuáles podrían ser las vías de trabajo. Pensé en todos esos aspectos, en los diferentes factores que debía tomar en cuenta; lo hablé con Olivier Lepage y elaboré un plan de acción el cual presenté, en noviembre, a todos los actores del momento en Saumur. Recuerdo que todo el mundo estaba allí en el anfiteatro, incluida Marie-Hélène Merlin, en ese momento representante de la revista L'Éperon, así es.

Empecé con la ayuda de Margit Otto-Crépin, quien me dio mucho respaldo, consejos y apoyo. Salí “a campo” a hacer lo que se llama detección. Así fue como descubrí a Arnaud Serre y Alexandre Ayache, a quien sorprendí cuando fui a visitarlo a su región interior nizarda rápidamente. Mi idea era detectar talentos y expandirme; quería salir del microcosmos de la doma para acercarme a los jinetes e identificar el potencial a desarrollar. Por supuesto, ¡algunas personas vieron esto con malos ojos! Luego establecí una política de pasantías porque, en mi opinión, si Francia se estaba quedando atrás era a causa de la falta de referencias internacionales (es un poco el riesgo de referirse solo al pasado). Llamé a Monica Theodorescu (quien hablaba perfectamente el francés) cuyas sesiones de entrenamiento le permitieron progresar a nuestras mejores parejas, pero más allá de eso, también permitieron detectar otros jinetes como Marc Boblet, Jean-Philippe Siat, Stéphanie Collier... Yo veía eso como líder del equipo también. Mónica identificaba fortalezas y debilidades, y proponía opciones técnicas para mejorar. Creo que ella era realmente determinante en ese aspecto. También conseguí financiamientos, un poco a diestra y siniestra en Francia, para que estos cursos pudieran ampliarse a través de financiación de la formación profesional con prácticas.

Simultáneamente, hubo una política de apertura de las presentaciones, me había puesto en contacto con entrenadores, sobre todo del Sur, como Christian Forlini quien me había dicho que no era normal que no tuviéramos en nuestras presentaciones las del Campeonato de Europa Junior en el panel de repeticiones francesas. Todavía teníamos presentaciones franco-francesas con muchos ejercicios que no correspondían a la realidad, es decir, con lo que hay que hacer en competición.

Así que tomé las riendas y modifiqué el reglamento con el apoyo de las comisiones, en particular de Sylvie Morel L'horset. Y estaba ansioso por asegurarme de que la gama completa de presentaciones de la FEI estuviera presente en nuestro reglamente, para mí eso fue un gran avance. De esta manera, nos dimos la posibilidad de prepararnos, de probar, las parejas, de entrenarnos basados en presentaciones de competencias internacionales, lo cual me parecía indispensable.

En esa época, también vi otra de nuestras debilidades: teníamos muchos caballos de recorrido corto que eran buenos en este pequeño recorrido, pero estaban estacionados allí. Así que quise hacer un puente entre el tour corto y el grand tour y esa fue otra gran evolución, con presentaciones que incluían movimientos del petit tour, pero también del piaffé a medida que avanzas y los tiempos son más fáciles, pero preparándose para el programa del grand tour. Esta idea fue copiada, algunas naciones la habían visto y la habían utilizado y después de tres años, la FEI fue quien creó el “tour medio”. Así que por fin éramos los precursores, Francia había innovado.

Alain Francqueville avec Jessica Michel et Rémy Issartel (JO de Londres 2012)
Alain Francqueville avec Jessica Michel et Rémy Issartel (JO de Londres 2012)

Apoyé mucho a los equipos, estuve presente en todos los CDI y presioné para que los jinetes salieran al extranjero, eso me parecía esencial porque el microcosmos francés con sus concepciones un poco anticuadas me parecía un obstáculo. Para aflojar este freno, había que ir al extranjero para ver la realidad de las evoluciones de las competencias internacionales.

Durante años participamos en todos los Campeonatos del Mundo, Campeonatos de Europa. Finalmente clasificamos para los Juegos Olímpicos de Hong Kong con Julia Cheval, Marc Boblet y Hubert Perring y luego para los Juegos Olímpicos de Londres con Jessica Michel.

X. L.: Podemos darle un vistazo a eso que se parece a sus cualidades de “facilitador”, de formador, de editor y también de periodista. ¿De dónde le vino ese deseo? ¿Esa necesidad?

A. F.: ¿La cualidad de “facilitador” que me atribuye? Está naturalmente en línea con lo que me enseñaron y me transmitieron el Coronel de Saint André, el General Durand, el Coronel de Beauregard... Creo que realmente necesitamos asegurar una cultura corporativa la cual es, la cual era la del Cadre Noir. No podemos guardarlo sólo para uno mismo, debemos asegurarnos de que los conocimientos del pasado y la historia de nuestra institución sea transmitida y conocida. A veces me encariño con ella, como habrá visto en algunos artículos porque fui editor del boletín de los Amigos del Cadre Noir durante una docena de años más o menos.

X. L.: ¿Háblenos en particular de La Biblioteca Ecuestre de Jean-Michel Place? ¿Su ambición? ¿Su rol como director de colección?

A. F.: Jean-Michel Place era un editor bastante ecléctico, de espíritu muy abierto, culto y muy accesible. Sus intereses iban desde lo que yo diría literatura clásica hasta el surrealismo. Fue promotor del “mercado de la poesía” el cual se celebraba en la plaza frente a Saint-Sulpice, y simultáneamente el dueño de la Revue des deux Mondes.  La biblioteca ecuestre está un poco en línea con esta lógica y el Coronel Durand la dirigió hacia mí. En Saumur no había ninguna oficina de documentación, solo una pequeña biblioteca con los llamados libros de Manège (Picadero) ¡los cuales cabían en dos o tres armarios! Eran los depósitos de la enorme biblioteca antigua de la Escuela de Caballería la cual aún existe. Durante algún tiempo, fui responsable de poner en marcha el centro de documentación de la Escuela, luego le pedimos a la Sra. Boucher, viuda del antiguo Escudero en jefe, que se hiciera cargo de él, y luego se desarrolló; enseguida Patrice Franchet d'Ésperey le dio una hermosa y gran dimensión. Este es el origen de la biblioteca y del Centro de Documentación de la Escuela Nacional de Equitación (ENE y hoy en día IFCE NDLA).

Se le pidió al General Durand que publicáramos obras antiguas interesantes; en esa época, no existía nada a parte de los libros de las bibliotecas. Él me confió ese dossier. Jean-Michel Place, editor del Barrio Latino de París, creo que publicó 35 libros de esta colección. Cada año publicábamos dos o tres, agrupados según nuestro criterio, por “escuelas”, Escuela Baucherista, Escuela Germánica, etc. incluyendo también libros sobre la monta como amazona, diccionarios… En aquella época no existía Internet, por lo que era una forma de acceder a reproducciones de libros que muchas veces se habían vuelto imposibles de encontrar, o inaccesibles para un modesto bolsillo o para los de muchos centros ecuestres.

Gracias al interés mostrado por Jean-Michel Place, pude publicar las obras completas de François Baucher, del Marquis de Saint-Phalle, de James Fillis.

Estos libros están en las estanterías de los entusiastas, incluso en el extranjero.

X. L.: Al mismo tiempo, o casi ¿usted dirigía la revista L'Équitation de la Escuela nacional de equitación (ENE)? ¿Cuál fue la línea editorial, el equipo, la influencia?

A. F.: La idea surgió de Jean-Luc Lhemanne, validada por el Consejo de Desarrollo Profesional de la Escuela. Estuve a cargo de la creación de esta Revista de la Escuela nacional de Equitación la cual se llamaba L'Equitation. Se publicó a lo largo de varios años, e incluía numerosos textos, estudios y reflexiones, entre los cuales se encontraban los Cahiers de formations (Cuadernos de formación) centrados en la pedagogía, en los que intervinieron Jean Luc Force, Pascal Marry, Jean Marie Denoix y Éric Barrey. La Revista también trató de impulsar algunas ideas como la reforma del Diploma de Instructor, el marco de referencia de la profesión y, en consecuencia, la creación de la opción universitaria con Angers. 

Hoy en día emos más lejos. Vamos más allá de sólo el “sector” de la equitación. En ese momento, no tomábamos suficientemente en cuenta la dimensión económica del caballo, lo cual hoy en día es un requisito previo a cualquier reflexión sobre el tema.

Dicho esto, la línea editorial se orientó sobre todo por un deseo de apertura. Los autores de los artículos procedían de todos los ámbitos de la vida: psicólogos, técnicos, veterinarios... La idea era desarrollar el conocimiento al mismo tiempo en que se accedía a él, con el fin de juntar el mayor número posible de lectores.

Esta revista duró algún tiempo y continuó después de que me fui, y creo que por razones presupuestarias se suspendió después. Es una pena. Ahora, Internet predomina sobre la edición en papel, ofreciendo un acceso más amplio al conocimiento, pero a menudo fragmentado. Aquí, el dominio de la Federación, allí el de la IFCE. Las ediciones Belin también han desempeñado su papel en este concierto, pero también han tenido que ceder ante la única realidad que importa: la del mercado.

X. L.: ¿Ha pensado en escribir un libro, en ser publicado?

A. F.: Nunca he publicado como autor porque me parece que se necesita mucho tiempo para producir algo coherente, sin embargo, he escrito varios prólogos y publicado muchos artículos. Colaboré en el Grand livre du cheval (Gran libro del caballo) publicado por Hachette, concedí muchas entrevistas, sobre todo para el desaparecido canal Equidia, sobre la formación, la evolución de las técnicas...  Esencial para mí. Y sobre todo para la doma clásica en donde se multiplican los conceptos erróneos, o algunos idealizan el pasado. Todo esto hay que corregirlo. También hice muchas presentaciones a los profesores, a los jueces, al CRE (Comité Regional de Equitación). Por otro lado, escribía mucho en forma de PowerPoint o memorandos técnicos o pedagógicos. ¡Usted dijo transmitir!

X. L.: Hoy sobrevive la revista de los Amigos del Cadre Noir. ¿Qué se puede decir?

A. F.: Por solicitud del General Gribius y del Escudero en Jefe, el Coronel Durand, yo fui el redactor en jefe desde el principio. Era un boletín de 30 a 60 páginas, publicado tres o cuatro veces al año. Ahora más lujoso, está orientado a y para un público más amplio, ofreciendo artículos técnicos, históricos, todos muy bien gestionados por Patrice Franchet d'Esperey. Tal vez ella ganaría al aumentar el número de publicaciones por año y ampliar su audiencia y distribución.

X. L.: ¿Hace poco usted escribió en la revista un artículo De Carrousels en Galas? ¿Con qué propósito?

A. F.: Efectivamente, la idea de este artículo surgió a raíz de una conversación con jóvenes escuderos que no conocían el origen de estas Galas, porque no habían vivido el “antes”. Para responder a esta carencia hice una especie de inventario de la situación, un histórico desde los inicios hasta nuestros días el cual muestra bastante bien su evolución. Algunas personas pensaban que las Galas habían existido siempre. De hecho, es una creación que se remonta a unos cuarenta años, cuyos inicios mencioné más arriba en esta entrevista.

X. L.: ¿Qué le han aportado estas experiencias relacionadas con lo escrito y la escritura, a lo largo de su carrera?

A. F.: El hecho de tener que escribir y también publicar, dar cursos, hablar ante un público de entusiastas tiene un efecto positivo tanto en el formador como en el técnico, porque le obliga a ser preciso en las palabras que elege y a analizar su práctica para pensar en las cosas que son importantes, para priorizarlas.

Tan pronto como llegué a Saumur, aproveché la experiencia del Coronel de Saint-André y comencé a escribir un poco para los estudiantes. Esto me llevó a expresar una cierta cantidad de conceptos que no eran necesariamente los de la tradición, aunque me mantengo muy fiel a ella, refiriéndome a autores clásicos -a menudo poco conocidos- como para François Baucher, que a menudo está distorsionado y deformado con relación con lo que Saint-André sabía, quien a su vez tomó de Decarpentry. Veo claramente que en la competición hay excesos derivados del baucherismo con el uso de ciertos procedimientos, prohibidos desde entonces.

Creo que en Saumur tenemos la riqueza de los conocimientos del pasado para transmitir elementos de doctrina que también estén en línea con las actuales evoluciones de la sociedad, sin seguir las modas, porque en Saumur todavía estamos en el culto a la tradición y, como bien dijo el General Decarpentry en 1931 en un artículo de Le Figaro: “Este culto a la tradición no excluye el amor al progreso”.

Desde el comienzo de la Escuela de Saumur (1815) hasta nuestros días, regularmente ha habido conflictos de métodos, conflictos técnicos, pero en retrospectiva, las elecciones han ido en la dirección correcta; por ejemplo, cuando apareció por primera vez la conducción hacia adelante, ¡era un verdadero escándalo inclinarse hacia adelante para saltar un obstáculo o galopar en suspensión! Las batallas fueron tan terribles como las del baucherismo, pero Danloux se mantuvo firme. Después de eso, hubo otros desarrollos; en cuanto a la pedagogía... Siempre ha sido la elección de una evolución controlada.

X. L.: ¿Y la lectura? ¿Las primicias?

A. F.: Empecé con las publicaciones de la Ligue de Paris (La liga de París), la cual estaba en el programa de 1º y 2º grado (década de 1960). En esa época, dominaban la escena dos autores: Yves Benoist-Gironière y el Comandante Licart. Los leí con pasión, me marcaron tanto como a muchas personas de mi generación. Sí, me interesé desde muy temprano por los libros ecuestres y estaba familiarizado con la Librairie Georges V para encontrar libros de referencia firmados L'Hotte, d'Aure, Faverot, ...

Fuera de la equitación, era un lector muy abierto de los autores del plan de estudios del Liceo, donde mis profesores eran excelentes porque me inculcaban el gusto por la lectura; esto estaba relacionado con las obras de teatro que veía en el Français.

Y ahora, ¿sus maestros (escudero, escritor) en la materia? ¿Los “clásicos”, los imprescindibles?

A. F.: Hay pocas obras de referencia cuya lectura me parece imprescindible, pero acceder a ellas no es tan fácil; por ejemplo, nos falta la actualización del excelente libro de Étienne Saurel: Pratique de l'équestre d'après les grands maîtres français. En lo que a mí respecta, leo muchos autores indispensables como Decarpentry, Steinbrecht, L'Hotte, ... pero también obras publicadas en el extranjero, especialmente en Alemania.

Obviamente, hay que pensar en los jinetes de los Centros Ecuestres para que esta cultura de bases “clásicas” sea accesible a ellos desde los primeros niveles, un poco como los Petits Clássiques Larousse (Los pequeños clásicos Larousse) sobre autores o temas explicados y puestos en su contexto: la educación del caballo, el trabajo de soltura, de dos pistas... Fomentar esta producción, podría ser un objetivo de la Misión para la Cultura Ecuestre. Las revistas ecuestres también podrían ayudar a llegar a un público amplio. Con demasiada frecuencia, siguen siendo una débil popularización.

Me atrevería a decir aquí, que aparece una cantidad considerable de libros inútiles y de poco interés, los cuales sólo acompañan la moda del momento alejando referencias serias. A menudo son un factor desestabilizador. Hay pocos libros que destaquen las contribuciones de grandes autores a la luz de los desarrollos actuales, y la divulgación de la investigación a menudo se utiliza indebidamente con fines ideológicos. Estamos un poco en el sueño y nos alejamos de la realidad y de una cultura seria; como no somos la Educación Nacional, no recomendamos libros, ¡lástima!

Lamento que no hagamos la “clasificación” necesaria, nos falta una Masque et la plume (Máscara y pluma) o una sección seria que señale el interés y los límites de las obras.

X. L.: ¿Personalmente, le gustan los libros antiguos sobre caballos? ¿Es coleccionista?

A. F.: Aunque tengo muchos libros antiguos, e incluso me gusta ir a exposiciones de libros antiguos, bibliotecas y salas de subastas, no me considero un coleccionista. Me gustan más los libros de equitación que los de caballos; es más mi mundo, mi vocación es ante todo hablar de la práctica de la equitación, del arte ecuestre.

Así que no me considero un coleccionista.

Para mí, el libro es una de las formas de recuperar el conocimiento del pasado. El sitio web de la BnF es notable. He descargado casi todos los libros franceses y extranjeros en mi computadora, que son muchísimos libros y documentos. Trabajé mucho sobre los orígenes de la equitación en Francia, especialmente a partir del siglo XVII y en particular sobre el origen de la Escuela de Saumur y de los saltos de escuela; encontré textos que van un poco al encuentro de la historia habitual, como sobre los orígenes del Cadre Noir, el cual se llamaba Manège Académique en 1815 y no en 1825, como se suele afirmar. Para mí, esto es un error.

Con la ayuda de mi computador, utilizo la base de datos de la BnF. He clasificado todas las obras en orden alfabético, por periodos y por siglos. Tengo los PDF de todos los documentos que me interesan y voy a la fuente, según la necesidad, y no a las interpretaciones reductivas. ¡Quisimos convertir a La Broue en el primer escudero de escuela de la tradición francesa! ¡Cuando lees sus procedimientos, es un error! ¿No recomendó cortar la lengua, utilizar cabezales con púas? Pero, ¿quién lo leyó realmente? Para mí, ¡esto no es la equitación tal como se ha definido y reconocido desde entonces! ¡Es “antes”! Para mí, las referencias de la equitación francesa comienzan seriamente con Pluvinel. Su texto ya no muestra todas las impurezas que ciertamente provenían de prácticas antiguas heredadas de las barbaries de la época de las Guerras de Religiones. La evolución no ocurrió de golpe, pero hay marcadores, límites. Con el paso de los años, las cosas se han ido refinando y hoy en día, vemos que mejora mucho. La competición ha permitido establecer reglas que se ajustan en función a las demandas de la sociedad civil y de los abusos de la práctica. Este no era en absoluto el caso cuando la guerra se hacía a caballo, en ese entonces el caballo sólo era un medio.

Un juez internacional polaco, el cual era un gran coleccionista, me había dado un montón de PDFs de libros importantes; creo que el acceso a través de bases de datos puede facilitar este acceso, pero actualmente las bases de datos de estos Centros de Documentación no dan mucho acceso a los usuarios del terreno. Ellos acumulan a través de las redes (lo cual es muy bueno), pero sin preocuparse por los lectores potenciales, que no son solo investigadores o especialistas. Esta facilitación podría ser una contribución concreta de la Misión a la cultura ecuestre.

X. L.: ¿Y también de La Biblioteca Mundial del Caballo?

A. F.: ¡Obvio! ¡Trabajemos juntos! Para mí, un coleccionista que posee más de un centenar de PDF de libros que me parecen imprescindibles como he dicho más arriba, ¡La Biblioteca Mundial del Caballo es una herramienta que había que inventar! De una riqueza que -si se me permite decirlo- no hace más que enriquecerse y que es de una facilidad de acceso e investigación asombrosa, para difundir el conocimiento y facilitar el acceso a obras destacadas. Pero de manera más general, dado que hay muchos libros referenciados (más de 14.000 en la actualidad -nota del autor-), este acceso debería facilitar el trabajo de análisis e investigación, con un efecto muy positivo en la enseñanza a largo plazo, al facilitar la formación de los educadores.

Por lo tanto, juega un papel importante que debe ser utilizado e incluso fortalecido. Mi puesto en la Oficina de Documentación de la incipiente ENE me convenció de esta importancia, al igual que mi papel como formador en la ENE. Una vez más, La Misión para la Cultura Ecuestre y La Biblioteca Mundial del Caballo, sirven a la misma causa, la de la difusión del conocimiento.

X. L.: Un rápido recorrido por su biblioteca... Cantidad, calidad...

A. F.: Mi biblioteca es muy importante, de hecho, tengo una oficina-biblioteca con los libros por todas partes; tuve que hacer una segunda biblioteca en otra parte del desván y todavía tengo libros apilados por todas partes y no sé realmente cuántos hay, pero hay muchos. En el caso de los libros antiguos, es limitado. Sin embargo, están clasificados por temas: sobre las artes, sobre la literatura, sobre la música, las revistas... es bastante completo. La equitación no es más que una pequeña parte.

X. L.: ¿Bibliófilo o bibliómano?

A. F.: Bibliófilo o bibliómano, yo diría que bibliómano, como no soy músico, pero soy melómano, es un poco la misma cosa. Para mí, lo que cuenta no es tanto “el libro en sí”, incluso aunque lo tenga, sino más bien el contenido. De hecho, si me hago una pregunta, si preparo un curso, una conferencia es la posibilidad de referirme a él... Entonces subo al segundo piso de la casa y voy a buscar “en un libro”, porque sé dónde están y dónde encontrar la cita exacta, buscando un poco -es cierto- ¡a veces!

X. L.: ¿A ese respecto, qué opina de nuestra época llamada de la “transición digital”?

A. F.: Por un lado, es un plus, como ocurre con los libros, que cada vez son más accesibles. Cuando era joven, solo tenía acceso a unas cuantas obras. Más tarde, pude comprar esos libros de referencia. A partir de ahora, todo se puede descargar y crear una biblioteca mundial y virtual. Hace 20 años, esto era impensable.

Para mí, ese es el lado positivo de lo digital. Está el lado oscuro con esta niebla malsana de las redes sociales, de ahí la importancia de la educación y de una cultura para poner orden ese inmenso campo de informaciones tan desiguales.

X. L.: A estas alturas, y en vista de su trayectoria, me viene a la mente una pregunta: ¿no se ha debatido entre la búsqueda artística y cultural de la equitación y la búsqueda del rendimiento técnico y deportivo? ¿Qué reflexión puede hacer sobre esto?

A. F.: Realmente no estaba dividido, para mí era un plus, porque estos dos polos me ofrecían una lectura, y quizás una interpretación tal vez más realista del aporte de los grandes autores, en la vida solo hay un secreto: la búsqueda del conocimiento.

X. L.: Para concluir, y disculpará mi optimismo, ¿Cree usted que el caballo, su práctica, su existencia, para las generaciones venideras, seguirá teniendo sentido en el mañana, en nuestras sociedades cada vez más urbanas, digitales y virtuales, y esto más allá de las bibliotecas?

A. F.: También disculpará el optimismo de mi respuesta. De hecho, hay una mayoría de jinetes que están cerca de los ponis y los caballos, algunos poseen un caballo, lo cual sigue haciendo que mucha gente se preocupe por el caballo. Siempre pensamos en la cantidad de miembros de la Federación (más de 600.000 -nota del autor-) pero también están los demás y es un número muy grande. Muchos jinetes practican una equitación que no forma parte de la llamada equitación de competición. Si va a Inglaterra, si va a Holanda, mucha gente tiene sus caballos en casa, no tienen el centro ecuestre al estilo francés que conocemos. Hay que tener en cuenta que cada vez hay más practicantes que viven en ciudades o zonas periurbanas y que el caballo tiene un pasado y una naturaleza de origen rural. De esta manera, afortunadamente, el caballo ha mantenido una fuerte presencia en nuestra sociedad en formas nuevas. Este es un gran avance, un logro, y nuestras instituciones tienen como objetivo cumplir con estas expectativas en toda su diversidad.

Para las generaciones futuras donde la informática y el mundo virtual tendrán un lugar dominante, la práctica deportiva o simplemente “al aire libre” responde a una necesidad de volver a la naturaleza o de estar cerca de un animal, y esto también me parece muy positivo.

Por otro lado, y vuelvo a nuestro punto, en términos de conocimiento del caballo, ciertamente hay mucho margen de mejora por considerar. Este es otro papel que puede desempeñar nuestra Misión. Desarrollar esta cultura, ya sea a través de una pintura, una espectáculo, una lectura... Necesitamos desarrollar esta dimensión porque no se trata solo de la práctica; la presencia del caballo en las novelas, por ejemplo Stendhal, Flaubert, en las obras de arte es esencial para el equilibrio de nuestras sociedades.

X. L.: El papel de la cultura aquí en el caballo, como de una manera general ¿en cierto modo?

A. F.: Evidentemente, la cultura tiene un papel que desempeñar como elemento del conocimiento. Debemos desarrollar esta dimensión, y este también es el papel de nuestra Misión a través de diversos medias, incluidos los medios modernos de comunicación.

De hecho, la cultura ecuestre está muy presente en los museos, a través de espectáculos, de la literatura, las películas, la investigación y las conferencias, pero hay que desarrollarla y fortalecerla. La cultura del caballo y el mundo ecuestre aún necesitan ser percibidos de una mejor manera y ser más coherentes. Este es el trabajo que tenemos que hacer con los diferentes actores de La Misión para la Cultura Ecuestre, incluyendo las instituciones. Determinar qué medios, qué acciones se pueden desarrollar, mejorar para fortalecer esta cultura en torno a la equitación. Apoyarse en vectores tan importantes como las exposiciones, como por ejemplo durante los próximos Juegos Olímpicos de París, cuyos eventos ecuestres tendrán lugar en Versalles, o también y por ejemplo los espectáculos del Cadre Noir de Saumur... Es necesario ser visto, leído y escuchado para reforzar la imagen de la equitación, y el lugar del caballo en la sociedad y la naturaleza. Solo a ese precio le daremos una oportunidad de futuro.

Entrevista realizada por Xavier Libbrecht

 

Cadre noir (Cadre Noir, una escuela de equitación en Francia) Titulares retrato equitación de tradición francesa